Valeria Artigas, de Las Tesis Senior: "Me encanta como las cabras jóvenes encaran a los tipos que les corren mano".

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El miércoles 4 de noviembre del 2019 es una de las fechas más memorables del movimiento feminista en Chile y, sin duda, la que más atesora la diseñadora gráfica Valeria Artigas (51), integrante del grupo de organizadoras de Las Senior. Y es que ese día, 15 mil mujeres mayores de cuarenta años se reunieron en el frontis del Estadio Nacional para realizar una nueva versión de 'Un violador en tu camino', del colectivo Las Tesis. "Cada vez que lo recuerdo se me pone la piel de gallina. Nosotras teníamos confirmadas a dos mil mujeres, que ya lo encontrábamos un montón, así que quedamos sin palabras al ver la cantidad que terminó por llegar. Fue súper emocionante", dice. "Todavía tengo la imagen de dos señoras bien canosas, de unos 70 y tanto, que habían llevado sus sillas plegables y quitasol para instalarse a practicar la canción. Me acuerdo de verlas con sus ojitos cerrados y susurrando 'el violador eres tú'".

Dos semanas antes de esto, Marcela Betancourt publicó en su cuenta de Twitter la idea de reunir a mujeres mayores para hacer la performance original que ya se estaba haciendo viral alrededor del mundo. Bromeando, las llamó Las Tesis Senior porque, por su edad, quizás no podrían hacer las sentadillas. Apenas Valeria vio este mensaje, no dudó en unirse. "Fuimos ocho en total las que más nos motivamos y decidimos hacer un grupo de WhatsApp para organizarnos. Nos dividimos las tareas y empezamos a sumar a más gente. A la hora, el chat ya estaba lleno. Y al final, terminamos con 11 grupos diferentes porque la plataforma solo permite que cada uno tenga como máximo a 257 personas. Terminamos siendo 2.827 las que queríamos manifestarnos ese día", recuerda. Además, se compartió una gráfica con las coordenadas y el cómo debían ir vestidas: ropa negra, panty negra para los ojos, pañuelo y labios rojos. "Yo creo que no hay mujer que no se sienta interpelada con la letra de esta canción. Es tan literal. Porque todas hemos sido abusadas de alguna manera. De hecho, antes de concretar nuestra manifestación, muchas mujeres compartieron sus historias a través del grupo y se creó una red de contención -que seguimos teniendo hasta ahora- súper power. Aunque éramos desconocidas, compartíamos una historia en común que contar", recuerda.

Cuando Valeria tenía cuatro años, su familia fue exiliada del país y partió, junto a sus dos hermanos y sus padres, a Argentina. Cuando cumplió seis, tuvieron que instalarse en Venezuela, país en el que vivió durante casi 20 años. "Crecí en una familia progresista y eso hizo que yo no tuviese ningún 'despertar', porque mi mamá ya era muy feminista, aunque llena de limitaciones. Yo también lo soy, pero de una manera distinta a las generaciones actuales. Antes se trataba de un movimiento de mujeres rudas y, francamente, para mí ser feminista era andar sin sostén. No veía algo más allá porque ni siquiera había escuchado el término patriarcado. En cambio ahora, las cabras hicieron que nosotras nos diéramos cuentas de los miles de micromachismos que existen en el mundo".

Por esta razón, pese a que en un comienzo se hubiesen llamado Las Tesis Senior, decidieron cambiarse el nombre por Las Senior. "No somos ni agrupación, ni colectivo. Somos un grupo de amigas que queremos apoyar a todas las mujeres que quieren hacer cambios. Y gracias a todas las jóvenes bacanes que decidieron alzar la voz, nosotras existimos. Si bien tenemos mucho que decir, sentimos que esto le pertenece a otra generación y nosotras vamos atrás, las apoyamos. Esto no significa que no me afecte el patriarcado, pero ya crecimos con otro chip y la lucha es para que nuestros hijos no lo tengan que heredar".

Pese a que Valeria le gusta su rol de conectar a distintas generaciones y traspasar el mensaje del feminismo a aquellas mujeres que no tuvieron la oportunidad de cuestionárselo, reconoce que le hubiese gustado vivir esta ola siendo más joven. "Las mujeres de mi edad que tienen poder tienden a hacerlo funcionando como hombres, siendo agresivas, renunciando a la maternidad y quizás no pudiendo ser fieles a sí mismas. Porque si no encajabas en eso, no podías tenerlo", dice. "Cuando era chica accedí a un montón de cosas por miedo a no pertenecer a un grupo y me encanta como las cabras jóvenes encaran a los tipos que les corren mano".

Para ejemplificar el cambio de cada generación, Valeria siempre entrega este ejemplo: "En mi casa tengo unas bolsas de género para el supermercado que tienen florcitas. Y mi papá se niega absolutamente a salir con ellas porque dice que son de 'minas'. A mi marido no le importa tanto, prefiere otras, pero el problema es que no tiene idea en qué parte de la cocina están, aunque lleven cinco años en el mismo lugar. A mi hijo, en cambio, le da absolutamente lo mismo pasearse por las calles con una bolsa de flores. ¿Y yo? Yo soy la sumisa que igual les compra bolsas grises para que dejen de molestar".

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