El valor de criar en comunidad

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"Llámalo clan, llámalo red, llámalo tribu, llámalo familia: como quieras que lo llames, quien quiera que seas, necesitas una" Jane Howard.

Todos necesitamos una tribu, porque somos seres humanos y nuestra naturaleza es ser social. Las relacionas nos entregan amor y contención, y está comprobado que nos hacen más felices. Sin ir más lejos, el estudio más largo de la historia -hecho en la Universidad de Harvard, actualmente dirigido por Robert Waldinger- sentenció que "a la gente a la que mejor le va es aquella que se apoya en las relaciones con su familia, amigos y con la comunidad". Tenemos una necesidad enorme y natural de pertenecer y ser amados tal cual somos. ¿Cuánto logramos construir un clan o una comunidad a la hora de ser madres? ¿Criamos solas o logramos formar nuestra tribu?

La maternidad es una de las vivencias más desafiantes y duraderas de la vida, más de alguna vez hemos escuchado decir a nuestras madres "uno es mamá para siempre". ¿Cómo vamos enfrentando este desafío? Desde mi vivencia, fue durante mis primeros años de crianza cuando por primera vez sentí una profunda necesidad de tener una red de apoyo que estuviera ahí 24/7. Necesitaba tener la certeza de que contaba con más que solo una persona que pudiera venir a rescatarme en caso de que le pasara algo a mi hijo o que yo simplemente rompiera en llanto del cansancio. Necesitaba sentirme parte de un clan donde todo estuviera permitido, sin juicios: reír, llorar, dormir, gritar, arrancar de la maternidad (aunque sea unos minutos al día) y compartir momentos de ella.

Quizás es en la maternidad cuando más necesitamos una comunidad, familia o clan, porque es en este grupo de personas donde encontramos la incondicionalidad de sentirnos siempre acompañadas. El mundo actual es tremendamente exigente y a muchos ratos bastante individualista, por lo que a veces cuesta encontrar y hacer comunidad. La realidad, por ello, es que tendemos a criar más bien solas y nos sentimos juzgadas en nuestra manera de ser mamás, no como algo que elijamos sino como algo que simplemente pasa. Muchas veces, incluso, buscamos hacer comunidad a través de las redes sociales. Es por eso que existen mamás que han volcado su día a día a compartir su maternidad y hacer comunidad, y la verdad es que estar conectadas, aunque sea virtualmente, se agradece. Eso hace sentirnos parte de un clan que comparte nuestras mismas vivencias. ¿Pero estamos bien con eso o necesitamos crear algo más? Y es que podemos crear comunidades virtuales y al mismo tiempo construir nuestra tribu, esa que sentimos propia, que nos representa y donde somos acogidas y contenidas.

Soy una convencida de que uno es capaz de crear lo que sueña, pero para que eso ocurra uno tiene que ponerse en acción, no basta con tan solo pensarlo. Cuando nuestros deseos los dejamos en pensamientos o tan solo en quejas como "me encantaría tener amigas con quien conversar de la maternidad" o "me siento tan sola", simplemente nos estancamos. ¿Que estamos haciendo para que ese deseo o sueño se haga realidad? Si realmente queremos estar acompañadas, necesitamos empezar a buscar crear esa tribu. Ese clan puede aparecer donde nosotros queramos o nos imaginemos; en clases de yoga, en la plaza, mamás del jardín o del colegio, en el barrio, en un banquito, en clases de pintura o letras, en el cuentacuentos, en la biblioteca, en amigas de la infancia o en las primas.

Siempre me he considerado una bendecida. Mis dos primeros hijos los crié en Estados Unidos mientras mi marido estudiaba y ahí conocí lo que era criar en comunidad. Todas estábamos dedicadas a la crianza y nuestras tardes eran compartir: ir a la plaza, a la biblioteca, al supermercado. Al llegar a Chile sentí la soledad; no veía mamás alrededor y la tarea de la crianza, sin darme cuenta, se tornó más pesada. ¿Dónde estaba la tribu que me cuidaba y con la que podía pasar horas riendo, llorando o cantando canciones de niños? Después de unos meses de reajuste, me propuse buscar mamás que estuvieran en la misma sintonía que yo. Y después de unos meses, lo logré. Pude armar un grupo de vecinas con las que compartía casi todos los días, hasta que vino el cambio de casa y partió nuevamente el proceso. La vida una vez más me regalo un lugar mágico, donde nuevamente encontré un clan con quienes criar en compañía. No sé si fue algo que construí o simplemente apareció. De lo que si estoy segura es que en cada uno de esos grupos de mamás que he formado a lo largo de la vida he logrado disfrutar mucho más de la maternidad, porque es ahí donde he encontrado el apoyo sin juicios, el cariño incondicional y la sintonía de estar todas haciendo y disfrutando de la misma tarea. ¡Definitivamente juntas disfrutamos mucho más!

Es muy difícil criar sola. Son tantas las emociones, las dudas y las vivencias que se genera una necesidad innata y profunda de compartirlas. Y cuando creas un clan, existe la certeza de que pase lo que pase, siempre tendrás a una de ellas cuando lo necesites. Y no solo para ti, sino también para tus hijos. Porque los hijos criados en comunidad también son cuidados y amados por ese grupo. La vivencia de compartir la maternidad llena el corazón de toda la familia, ya que se transforma en parte de tu familia extendida. Tener un clan te da un espacio para ti como mamá de autocuidado, de conexión y de contención para todas las dudas y emociones que vengan. El desafío por eso es salir a buscar crear nuestra tribu y si la tenemos, solo agradecer por ella y fortalecerla.

María José Lacámara es psicóloga infanto juvenil, especialista en terapia breve y supervisora clínica. @joselacamarapsicologa

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