Adolfo Domínguez: "Nos vestimos para que nos quieran"

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En su paso por Chile, el costurero, diseñador, empresario, ecologista y artífice de la famosa frase "la arruga es bella" habló con revista Paula sobre el rol del vestuario hoy y como, a pesar de que su marca tiene altura de imperio económico, el cuidado del medio ambiente es parte de su ADN.




Paula 1203. Sábado 2 de julio de 2016.

"Nací entre costuras, en el primer piso de mi casa estaba el taller de mis padres y en el segundo vivíamos. Mi infancia transcurrió entre rollos de colores, estampados y telas", relata Adolfo Domínguez (66), empresario español cuya compañía lleva su nombre y tiene ropa de hombre, mujer y niños, de líneas elegantes y sobrias, principalmente fabricada en lana y lino. En 1976 creó la empresa textil y abrió la tienda Adolfo Domínguez en Ourense, Galicia, donde presentó la primera colección de hombre diseñada y fabricada por él y hoy cuenta con más de 600 tiendas en 27 países. "Si tuviera que definir el sello de la marca, diría que el lino es algo nuestro. Fui yo el que lo recuperé. Me caracterizo por hacer cosas muy sencillas y con una dosis de poesía, porque la sencillez pura es aburrida. La ropa tiene que provocar una cierta emoción. Si no, la compras en cualquier hipermercado", dice.

Aunque es un empresario de la moda, prefiere definirse como "costurero". No siempre tuvo claro que ese sería su destino. Antes estudió Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Madrid y Cine en Londres. En la capital inglesa, a principios de los setenta, entró en contacto con el movimiento ecologista, postura ideológica que defiende hasta hoy.

¿Por qué prefieres autodefinirte como costurero?

Soy empresario, pero si tuviera que decir qué primero, te diría costurero. La palabra costurero había dejado de usarse y yo la recuperé. En mis tiempos estaba de moda la palabra diseñador. Y yo siempre preferí la de costurero, porque es más humilde y pegada a la realidad. Hoy volvió a usarse, ya que está de moda redescubrir los oficios: los cocineros, los costureros.

¿Qué aprendiste en el taller de tus padres que mantienes hasta hoy?

El gusto por el trabajo manual. En aquellos tiempos todo se hacía a mano, todavía no aparecían las máquinas. Yo uso un lino muy grueso, hecho a mano, parecido al que hacía mi abuela, y lo consigo en Kerala, un estado al sur de la India. Me gusta sentir el temblor de la mano en mis prendas. La industrialización hace todo más barato y eficaz, pero siempre digo: si no está hecho a mano, que parezca hecho a mano. Eso me fascina.

Acuñaste una frase imborrable en la escena de la moda: "la arruga es bella".

Sí. En los comienzos de la marca, la gente me devolvía las prendas porque el lino se les arrugaba. Pues yo acabé poniendo "la arruga es bella" en las etiquetas. Porque el lino se arruga y es parte de su gracia. De ahí pasó a eslogan. Hoy se usa para todo, para las arrugas de la cara también. Me gustan las cosas usadas, nvejecidas. ¿Sabes de dónde viene el gusto por lo envejecido? Los aristócratas ingleses no se ponían nunca una chaqueta nueva. Se la daban al chofer o al

mayordomo, la usaban nueve meses y después ellos se lo ponían.

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Dos look otoño-invierno de Adolfo Domínguez: uno de sus emblemáticos abrigos y la pulcritud de una propuesta de día. / Fotografías: gentileza Adolfo Domínguez.

¿Por qué es tan importante la ropa hoy?

Nos vestimos para que nos quieran. Para seducir. Si tú vives en el monte no te vistes igual que si vives en la ciudad. Allá no hay espejos y te cruzas con una persona cada mucho. El deseo es el motor del ser humano. Estamos diseñados no para ser felices, sino que para sobrevivir y reproducirse. El deseo es el motor de la reproducción. Las parisinas son las únicas mujeres que prefieren parecer listas que guapas. Ese es el punto de refinamiento máximo. Pero yo no les creo.

Te declaras ecologista y la industria de la moda está en el ojo del huracán en esa materia. ¿Cómo, entonces, te mueves entre esos dos intereses?

La industria de la moda es tan contaminante como otras. Mi obligación como costurero es escoger las fibras con menos huella de carbono posible. Nosotros vendemos bastante lino, que contamina menos que el algodón. La lana es altamente contaminante, por eso hoy las mezclamos con viscosa o incluso con acrílicos. La parte vegana en la colección para mí es importantísima. Los bolsos tienen una colección de piel y una colección vegana. Y es tan importante una como otra. Porque tú puedes tener un bolso de piel. Pero los dos siguientes tienen que ser veganos. El cuarto puede volver a ser de piel. Hay que mezclar para hacer un comportamiento sostenible.

¿Te provoca contradicciones pertenecer a esta industria?

No, para nada, porque somos lo que somos. Somos unos nuevos ricos, todos los humanos. Hoy tú consumes más que una reina hace tres siglos. ¿Qué pasa? De repente nos hemos encontrado con posibilidades tecnológicas inmensas y lo queremos todo y para todos. Y no se puede y se llegará a esa conclusión pronto.

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