“Aquí persisten con fuerza los estereotipos de belleza”: el relato de dos modelos chilenas en Asia

Ver cómo las agencias les recortan el pago a otras modelos por subir un par de kilos o recibir comentarios por su tono de piel, son algunas de las experiencias que les ha tocado vivir a Damiana Villamarín (20) y Constanza Tognarelli (25), dos modelos chilenas que fueron a probar suerte al continente asiático. En esta entrevista ambas repasan esto que definen como un fuerte choque cultural, uno que ven de manera crítica. "La baja autoestima y la comparación social están presentes todo el tiempo. Lo mismo pasa con los ideales de belleza irreales: todas idolatran las fotos de Instagram, pero todo eso es falso", dicen.




“Somos modelos en Asia y obvio que tenemos que pesar menos de 50 kilos o si no somos consideradas gordas”. “Somos modelos en Asia y obvio que toda la ropa nos queda chica”. Estas son algunas de las afirmaciones con las que Damiana Villamarín (20) y Constanza Tognarelli (25) parten un video de TikTok, sumándose a la tendencia de contar, en tono sarcástico, situaciones comunes que viven las personas según sus oficios. Ambas son modelos de la agencia chilena We Love Models y llevan un tiempo viajando por Asia para modelar en distintas campañas. La oportunidad de internacionalizar su carrera, y más en un continente tan lejano, ha sido un sueño para ambas, pero también les ha traído choques culturales importantes.

A Damiana (@damivillamarinc) siempre le dijeron que por ser alta debía incursionar en el modelaje, pero nunca se lo tomó en serio, hasta que en pandemia, cuando aún estaba en el colegio, tuvo un sueño en el que se veía a ella misma modelando. Acto seguido: a la mañana siguiente buscó el internet qué pedían las agencias de modelos en Chile para aplicar, así supo que se tenía que tomar unas “snaps” o “polaroids”, fotografías con fondo blanco y un look muy natural. Sin mucha fe las envió y sin darse cuenta ya estaba firmando contrato con una agencia.

El viaje de Constanza (@constanza.tognarelli) inició a la misma edad que Damiana, cuando tenía 16. Un verano se metió a una academia de modelaje porque una amiga se lo propuso como plan para pasar tiempo juntas. A pesar de que su mamá también se había dedicado al modelaje, en ese momento nunca pensó que ese pasatiempo se podría convertir en su carrera. No fue hasta que modeló para el diseñador Matías Hernán, con quien se hizo un cambio de look drástico para desfilar, que se dio cuenta de que tenía potencial para el modelaje. Después de una mala experiencia con su academia de modelaje, decidió buscar una agencia.

Ninguna de las dos sabía que era posible modelar en Asia, hasta que recibieron una oferta para viajar. “En términos de Visa, creo que Asia es el mejor lugar para trabajar porque todo se cumple. Te dan una plata semanalmente para tus gastos, algo que muchas veces en Europa no pasa, además de que allá la competencia es más grande. Asia es mucho más profesional en cuanto a los contratos. Uno tiene que trabajar harto para ganar plata, pero la experiencia es invaluable”, dice Damiana, que empezó a trabajar hace dos años en Asia de forma intermitente y ya lleva uno completo modelando entre Taiwán, Japón, China, Corea y Tailandia, donde se encuentra actualmente. Damiana es ecuatoriana, pero llegó a Chile cuando tenía 4 años.

Constanza trabajó por primera vez en Corea hace dos años por cuatro meses. Este año volvió a Seúl a principios de febrero y luego tiene que viajar a Turquía: “Creo que trabajar acá es súper alucinante, y también lo es tener la oportunidad de internacionalizar la carrera, sobre todo nosotras que somos chilenas, que estamos como más lejos. Acá todos se sorprenden porque venimos de tan lejos y mucha gente no conoce lo que es Chile, así que tengo que estarlo mostrando en el mapa. La mayoría de las modelos que hay de acá son de Polonia o Rusia, pero generalmente hay muy pocos latinos”.

Choque cultural

A pesar de que Damiana y Constanza consideran que la oportunidad de trabajar en otros países es una experiencia única, tanto laboral como personal, han tenido muchos choques culturales, como en cualquier lugar del mundo, pero el mayor de ellos ha sido la persistencia con los estereotipos de belleza y la búsqueda constante de la perfección.

“Me siento privilegiada con el tema del peso, la verdad, porque nunca me he preocupado de eso. Siempre me ha encantado comer, me gustan muchos los night markets que hay acá. Pero antes vivía con una chica de Hungría y su agencia le pedía pesar 50 kilos y ella estaba pesando 52. Por pasarse esos dos kilos, la agencia le recortó a la mitad su pocket money —el monto de mantención semanal—, que de por sí ya no es mucho. Es muy fuerte eso, porque uno después de tomar desayuno ya pesa dos kilos, no significa nada. Acá se ven muchos desórdenes alimenticios y esto no solo pasa en Tailandia, sino en la mayoría de las agencias de modelaje de Asia. Siempre me ha tocado convivir con alguna roomie que es bulímica, excepto cuando viví con Constanza en Seúl. El problema con esto es que en nuestra carrera de por sí están comparando nuestros cuerpos con otros y hay que ser muy fuerte de mente en esto. Hay niñas que parten trabajando a los 13 años”, comenta Damiana, quien también actualmente cursa sus estudios online de Marketing Digital en DuocUC.

Constanza suma a este tema que en Chile su agencia nunca les exigió un determinado peso ni medidas, solo les daban sugerencias como ir al gimnasio o realizar actividad física, al igual que una alimentación balanceada: “En Chile no te dicen que tienes que bajar de peso. Acá, en Corea, te miden todos los lunes y luego te dan tu pocket money. Imagínate que en una semana alguien sí subió de peso. ¿Qué pasa con ese dinero? Yo también me siento muy privilegiada por mi contextura. La segunda vez que me llamaron de la agencia de Corea me dijeron que en las fotos me veía un poco más grande, me preguntaron si tenía las mismas medidas que la vez anterior. Yo les dije que sí y tuve que enviar fotos de las medidas para que me creyeran”.

Los fuertes cambios de cultura impulsaron que hicieran ese video para dar a conocer cómo es ser modelo en Asia y que su trabajo no es fácil, como muchos creen. “Existe esa idea de que las modelos tenemos la vida perfecta, pero no es así. Es bacán todo lo que nos sucede, las experiencias, pero uno tiene que ser muy fuerte también al vivir en un lugar donde no te tienes que tomar todo tan personal, porque es una cultura diferente y te tienes que adaptar. Cuando nos maquillan, las bases que ocupan siempre son más claras que nuestro color de piel. No encontramos de nuestros tonos y menos de tonos más oscuros. Acá siempre está muy presente la cultura de la piel blanca, de porcelana”, dice Constanza, y recuerda un episodio amargo que vivió la primera vez que estuvo en Corea: “Iba en una micro y un coreano me dijo ‘tu piel es ugly’, o sea, fea, y que me fuera al infierno. Lo percibí como un acto de racismo, de xenofobia. Nunca había vivido una discriminación por el color de piel y me parece que es algo que no debiera pasar. Acá todos quieren verse iguales, todos buscan esa perfección de verse similares. Y existe esta creencia que si no sales maquillada no vas a encontrar novio, algo muy superficial y retrógrado”.

¿Cómo perciben que viven estas presiones sus compañeras asiáticas?

Constanza: Yo creo que para ellas es súper normal. Es una cultura que tienen desde siempre, donde existe una sola talla. Acá vas al 7-Eleven, que es lo más barato, para comprar ropa interior y es todo talla única. Me impresiona que en esa tienda también todo tenga calorías a la vista en forma de sellos, así como en Chile, pero aquí tienen el número. Aquí la cultura es estar muy preocupado siempre del peso y de ir arreglada a todas partes. Si sales después de hacerte la cirugía completa en el rostro con las vendas, eso demuestra un estatus de clase alta.

Damiana: Las tallas de ropa son demasiado chicas, no sé si es porque los asiáticos son de contextura ósea más pequeña. En Chile uso siempre talla S y acá, en Asia, es M o a veces L. Concuerdo con lo de ir arregladas a todos lados. Si vas a un restaurant o a una cafetería, siempre que mires al frente vas a ver a una chica retocándose el maquillaje. Cuando vivimos juntas en Seúl, estábamos en Gangnam, un barrio conocido por las cirugías y por ser uno de los más caros de Corea. Si uno se ponía a mirar a las personas, una de cada cinco tenía una cirugía facial recién hecha. Te dabas cuenta en los parches de la rinoplastia, por ejemplo.

Hace un buen tiempo en Chile vemos que la representación en la publicidad es cada vez más diversa, con distintos tipos de cuerpo, tonos de piel, etc., algo que en Asia todavía no parece tan avanzado. ¿Cómo ha sido para ustedes este cambio?

Constanza: El tema plus size no está ni siquiera considerado. Es heavy encontrarse con esa realidad, porque una ya está acostumbrada a que todos tenemos la misma oportunidad, independiente de nuestros cuerpos. Es fuerte toparse con esa parte que no existe. Quizá Corea intenta abrirse más. Yo tengo tatuajes y a veces me dejan tenerlos descubiertos o a veces hay chicas trans, pero una sola. Quizá están avanzados en tecnología, pero no en deconstrucción, siguen siendo muy conservadores. Para mí ha sido un poco estresante, porque tengo tatuajes. Quizá era complicado al principio en Chile, pero con los años ya no, y hasta te elegían porque los tatuajes marcaban tu identidad. La primera vez que vine a Corea no tuve problema porque hice la ropa de invierno, pero ahora me tocó la temporada de verano. El primer mes fue muy difícil, recibí muchos “no” por tener tatuajes. Pero me di cuenta de que en realidad quería trabajar aquí y entendí que uno tiene que adaptarse al país donde esté.

Damiana: Yo no veo tanta diversidad. En Asia, en general, Corea dice traer modelos de todo el mundo, pero lo único que ves son modelos como nosotras y el otro contraste que son los modelos afrodescendientes. Recuerdo que en Chile hice una campaña de ropa interior en la que se mostraban nuestras diferencias con las otras modelos, y eso era lo bonito. Aquí nunca me ha tocado un trabajo así, siempre buscan el mismo perfil de modelo: flaquita, alta, de piel clara. En Japón sí vi más diversidad. Tokio es como el Nueva York de Asia, donde puedes ser tú mismo, vestirte como quieras y a nadie le va a importar. Hay muchos diseñadores y fotógrafos que comparten ideales y buscan modelos que, precisamente, sean reales.

Ahora vivimos una corriente muy fuerte de toda cultura asiática en Chile: el skincare, el maquillaje, la comida, la música, los dramas coreanos. ¿Cómo creen que la romantización de una cultura que mayormente conocemos por redes sociales puede impactar a las jóvenes?

Damiana: En la mayoría de Asia todo se basa en la apariencia, siento que en especial los coreanos buscan aparentar algo que no existe, buscan la perfección y arriba de todo ese maquillaje y skincare están cubriendo un montón de inseguridades personales. La baja autoestima y la comparación social están presentes todo el tiempo. Lo mismo pasa con los ideales de belleza irreales: todas idolatran las fotos de Instagram, pero todo eso es falso. Los coreanos editan demasiado las fotos con todo tipo de aplicaciones. Siempre que algún coreano o coreana se ha querido sacar una foto conmigo nunca han usado la cámara normal del teléfono, sino una aplicación que viene con filtros incluidos y que puedes personalizar tus rasgos, como el color de labios y cejas, a tu gusto. Uno nunca sabe qué es verdad y qué no. Por ese lado creo que esa idealización es falsa porque todo está cubierto por una inseguridad que busca la perfección donde no existe.

Constanza: Como cualquier moda que existe en cualquier parte del mundo y con tanta masificación, los niños crecen con ello, como los filtros, por ejemplo. Se acostumbran a esa falsa realidad que les puede generar inseguridades. Acá hay muchas cosas que no son reales, que son marketing, donde te venden esa imagen para que creas que vas a tener la piel como la chica del comercial si usas tal producto, pero en realidad es maquillaje. En redes sociales se pueden ver videos de antes y después del maquillaje y es impresionante lo que cambian las personas. Creo que, si tú logras darte cuenta de que no es más que una superficialidad el hecho de que todo sea perfecto, que todo sea bonito, viajar a ese país con el propósito de vivir una experiencia es increíble, pero ya vivir y crecer con esos ideales puede afectar tu autoestima e identidad.

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