Mis 50, mi mejor momento




“Hace unos días me mandaron esta frase que me encantó: ‘el cambio no llega con el nuevo año, el cambio llega cuando uno decide cambiar’. Como este 2024 cumplo 50 años, inmediatamente me hizo sentido. Y es que no veo las cinco décadas como el fin de una etapa, ni menos el principio de la vejez. Todo lo contrario. A mis casi 50 me siento joven, resuelta, moderna, con hartos proyectos, innumerables inquietudes, además de muchas ideas por hacer a futuro.

Pienso en mujeres como Penélope Cruz, Kate Moss y Victoria Beckham que también cumplen 50 y están mejor que muchas de 30. Yo no seré famosa ni millonaria como ellas, pero me gusta lo que veo en el espejo, incluso, creo que tengo mejor facha que hace años atrás. Al parecer, la experiencia hace que una aprenda y se saque el mejor partido. Ya no sigo modas ni experimento con nuevos tonos ni cortes de pelo, porque estoy convencida de que hay una cierta belleza en ser una mujer con historia. Y no tiene que ver con lo físico, por eso ya no peleo como antes por la talla y los kilos. A esta edad, la auténtica felicidad la encuentro con la aceptación.

Obviamente envidio el colágeno y el metabolismo de la juventud, aunque la experiencia y seguridad que tengo hoy es mucho más valiosa. De todas maneras me cuido, hago deporte, como bien y —además de una copita diaria de vino— tomo un sinfín de vitaminas. Y es que uno tiene que agradecer la buena genética, pero también hay que ayudarla.

Lo único que me ha costado asumir de esta etapa son las canas. Empecé a sacarme las primeras una por una con pinzas, hasta que terminé con tal dolor de cabeza que me di por vencida. Por eso la tintura y yo somos amigas inseparables. Lo admito, las detesto —la sinceridad sin complejos es otra ventaja de esta etapa de la vida—, y prefiero ser una esclava de la tintura a dejarme el pelo gris.

Pero más allá de ese detalle, siento que enfrento el cambio de década como una extensión de la adultez más que como un paso a la vejez. Algo que me sorprende gratamente, porque si pienso en mi abuela o mi madre a los 50 años, se veían mucho mayores que lo que hoy se ven actrices como Jane Fonda y Sophia Loren con sus casi 90 años. Lo que me confirma que verse bien no sólo se trata de genética, ejercicio, dietas y una alimentación saludable, es también una cuestión de actitud. Y yo sí tengo actitud.

Ad portas de las cinco décadas, soy una convencida de que son las etiquetas y los estereotipos que impone la sociedad los que suelen avivar una temida crisis de los 50, porque si fuera por mí, me quiero y me gusto más que en cualquier momento de mi vida.

Algunas dirán que los 50 son los nuevos 20. Yo no lo diría, porque no necesito ni deseo aparentar estar en la veintena de la vida. Diría más bien que la fruta madura es mucho más sabrosa que aquella que todavía está verde, y que cumplir 50 es una oportunidad para saborear la madurez con plenitud y satisfacción”.

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