Mi hija no está enterrada




Hay noches en que Mónica Figueroa (55) despierta sobresaltada. Un sueño se le repite. Una imagen la atormenta hace más de 20 años. "Veo un entierro, es el de mi hija pero yo no quiero sepultarla porque sé que está viva", dice Mónica.

La única hija que tuvo Mónica en la vida nació por parto natural el 5 de diciembre de 1993 en el Hospital de La Serena a las 13:45 horas, cuando enfrentaba su séptimo mes de embarazo. "Lo único que recuerdo es su llanto. Un matrón la sacó porque ese día el doctor no llegó y se la pasó a una auxiliar que se la llevó rápidamente a Neonatología para que la incubaran. Me prometieron que más tarde la vería, que pese a adelantarse su nacimiento estaba en buenas condiciones, pero diecinueve horas después, ante mi insistencia porque quería verla, una enfermera de chaleco azul me dijo que había muerto. Yo sentí que se me reventaba algo caliente en el pecho. Me puse las sábanas sobre la cara y lloré", cuenta Mónica.

Mónica, que entonces tenía 34 años y era madre soltera, solo reaccionó cuando la misma enfermera le dijo que incinerarían a su guagua. "Le dije que no, que me devolvieran su cuerpo porque quería enterrarla. Finalmente, horas después, les entregó a mis hermanos una urna blanca sellada. Adentro, supuestamente, venía el cuerpo de mi hija".

Los restos de María Belén –así Mónica llamó a esa hija-, fueron enterrados en su ausencia por sus familiares en el patio 7 del Cementerio Municipal de Ovalle porque Mónica permaneció internada por una infección intrahospitalaria durante cinco días más. Pero ella siempre mantuvo dudas, pese a contar con un certificado de defunción que le dio el hospital. "Creo que me mintieron. Nunca pude verla muerta. ¿Cómo puedo estar segura entonces de que a la que enterraron fue a mi hija?" se pregunta.

Un año después, en 1994, Mónica entró a trabajar en un centro de salud privado como secretaria y conoció a una señora que estaba embarazada de una niñita que venía con una malformación congénita, la que según le dijeron los médicos moriría al nacer. "Seguí su proceso con atención. La mujer me contó que había podido despedirse de su hijo cuando murió a las dos o tres horas de vida. La había bañado, vestido, fotografiado. Eso acrecentó las dudas que siempre he tenido: ¿Si mi hija murió por qué no me dejaron despedirme de ella? ¿Por qué no me dejaron ver su cuerpo?".

En 2007 Mónica solicitó su ficha médica y epicrisis en el Hospital de La Serena donde tuvo ese parto, así como también la de su hija. Pero salvo la suya, la de su guagua no fue encontrada por ninguna parte. "El encargado de estadísticas me dijo que había desaparecido y una matrona con la que me contactó, me increpó: '¡Para qué reclama tanto por un feto!', me contestó. Pero yo la obligué a escucharme porque para mí es claro: el hospital dice en mi ficha que mi hija vivió 19 horas. Quiero saber qué pasó durante ese lapso, con qué la alimentaron, de qué murió y cómo fue el procedimiento".

Ese mismo año Mónica interpuso una querella contra el Hospital de La Serena y quienes resulten responsables de sustracción de menores en el Tercer Juzgado de Letras de La Serena. Durante la investigación se realizaron tres exhumaciones a los restos de su hija. La idea era hacer posteriormente una prueba de ADN mitocondrial.

Sin embargo, las osamentas extraídas de la primera exhumación, la del 23 de noviembre de ese 2007 que fueron derivadas al Servicio Médico Legal de Santiago no pudieron ser analizadas ya que el organismo respondió que por orden institucional no podía hacer esos análisis, argumento que volvió a sostener en 2011 explicando que su Laboratorio de genética forense ADN no estaba realizando exámenes mitocondriales.

La segunda exhumación se hizo en colaboración con un laboratorio de la PDI y estableció que las muestras no eran concluyentes; y la tercera indagatoria, la cual fue solicitada por el abogado jefe de la Oficina especializada en Derechos Humanos de la Corporación de Asistencia Judicial, Nelson Caucoto, en 2013, esta vez sí se hizo en el SML y señaló que los restos en un 99.9% sí correspondían a la hija de Mónica. Extrañamente este último antecedente no pudo ser ponderado por la jueza, pues una semana antes de que ingresaran esos resultados al expediente y cuando Mónica pidió que se le entregara el informe de las evidencias de las tres exhumaciones, el tribunal de La Serena decidió cerrar definitivamente la causa.

"Todo es raro y contradictorio. De hecho, a mí a una de las exhumaciones ni siquiera me notificaron lo que es una completa irregularidad. ¿Por qué si dijeron en un comienzo que no eran concluyentes y luego que sí, no enviaron esas muestras al extranjero para poder comparar los análisis con los que se hicieron acá? Era lo que correspondía, lo recomienda en el expediente el propio SML, pero faltando diligencias tan fundamentales como esa la magistrada Cecilia Rojas optó por cerrar la causa, no lo entiendo", dice Mónica.

La causa se cerró definitivamente a fines del verano de 2013. Pero Mónica quiere reabrirla porque considera que todavía hay demasiados flancos abiertos. Uno de ellos se desprende del propio expediente donde uno de los médicos cirujanos y pediatra que aparece en la ficha clínica de Mónica atendiendo a su guagua durante su paso por el Hospital de la Serena, Domingo Fuentes Villar, declara lo siguiente ante la Brigada de Investigación de La Serena de la Policía:

"No recuerdo haber atendido o recibido específicamente a la recién nacida. Ahora bien, al examinar la fotocopia de la ficha clínica de la madre puedo señalar que efectivamente aparece mi apellido en la hoja de parto lo que quiere señalar que supuestamente yo habría participado en la atención del recién nacido. No obstante, debo dejar en claro que esa no es mi letra como tampoco aparece mi firma. Por último puedo señalar que es normal que se confeccione una ficha del recién nacido que se hospitaliza o al menos que su atención quede consignada en una hoja de éste que queda en maternidad o archivo del hospital, algo que no me fue posible ver ya que no está en el establecimiento".

"¡Ese doctor además declaró que ni siquiera trabajaba en el departamento de ginecología en esa época lo que quiere decir que se podrían haber falsificado sus datos!", enfatiza Mónica, quien actualmente está en contacto con un abogado español que es parte de una agrupación de hijos que buscan sus orígenes en Europa y que la está asesorando para recurrir ella y otros a la Corte de La Haya. "Quiero llegar a la verdad, pero si esta causa se va a reabrir quiero que sea en Santiago o en el extranjero, porque en el sistema de La Serena ya no confío. Yo no vendí a mi hija, a mí me la robaron", remata. La hija de Mónica actualmente tendría 20 años.

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