Patricia Muñoz: "Seré la piedra en el zapato de muchos"

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La primera defensora de la niñez de Chile es abogada, exfiscal, experta en delitos sexuales, no tiene hijos y cree que no se puede seguir abordando la vulneración de derechos de "niños, niñas y adolescentes" con los tiempos y la burocracia de los adultos. Frontal, competitiva y sexi, aquí habla de todo.




Sola, sin mediar provocación, enumera sus tocs. Los trastornos obsesivo-compulsivos que puso en el tapete el diputado Gabriel Boric, quien tomó licencia médica para tratarse. Ella, claro, habla en broma. Lo suyo pasa por aceptar que guarda sus zapatos en cajas. "Tengo pasión por ellos y los pongo ordenadamente así, aunque ahora tendré que comprar contenedores transparentes, porque me cuesta saber qué hay dentro".

Patricia Muñoz García (40), abogada de la Universidad Católica de Temuco y exdirectora de la Unidad de Derechos Humanos, Violencia de Género y Delitos Sexuales de la Fiscalía Nacional, es desde abril la primera defensora de la niñez. El 1 de julio partió en sus funciones y hoy sigue en una de esas oficinas compartidas que están de moda, mientras se instala con su equipo de manera definitiva. Pero ya la opinión pública se ha podido hacer una idea de cómo es la encargada de proteger los derechos de los niños. Frontal, con su tono fuerte, su vocabulario abundante, su retórica de litigante, se compró una polémica mediática cuando dijo que su responsabilidad eran "los niños nacidos, no los por nacer". Un escándalo inflado por los que de uno y otro lado defienden posiciones valóricas y que ella asume como los gajes de un cargo público. Dice: "Hubo ahí una interpretación ideológica de mis palabras. Quisieron llevarme a una discusión que no tiene que ver con el carácter técnico de la institución que dirijo".

Pero, ¿cuál es tu posición frente al aborto? ¿Personal o institucional?

En lo personal, yo no abortaría. Pero eso no tiene que ver con que suscriba los derechos reproductivos y sobre su cuerpo que tiene la mujer y, puesta en el rol de defenderlos jurídica o institucionalmente, lo haría conforme a la legislación, tratados y convenciones que ha ratificado Chile. Hoy mi rol es velar porque se conozcan y se respeten los derechos humanos de los niños, niñas y adolescentes, aunque puede que haya cuestiones específicas donde, en lo personal, tenga diferencias con lo aprobado legalmente.

¿Cómo esta osornina, hija mayor de un empleado bancario y una dueña de casa, primera generación de profesionales en su familia, se hizo abogada y terminó siendo experta en la situación de la infancia vulnerada? "Siempre quise ser pediatra, aunque mi profesor de historia insistía en que yo era humanista. Cuando di la Prueba de Aptitud Académica (ups, se me cayó el carné), no me dio el puntaje para Medicina en la Católica de Temuco, donde vivíamos, y sí me alcanzaba para Derecho. Mis papás no tenían cómo pagarme la vida en otra ciudad y yo debí estudiar con beca, así fue como opté por ser abogada". Aunque en segundo año tuvo una crisis, decidió seguir. "Entre tercero y cuarto, cuando logré pasar derecho penal, ya tenía claro que quería ser fiscal. Lo penal combina medicina, psicología, derecho; confluyen muchas materias que me había interesado estudiar. Resolví que la fiscalía era el lugar donde me iba a poder desarrollar, y así fue, felizmente".

Te metiste en un tema durísimo, el de los delitos sexuales. ¿Cómo se vive conociendo cada día historias atroces?

Es complejo. Cuando trabajas en derecho penal conoces lo peor que le puede pasar a la gente y te vas dando cuenta de la cantidad de carencias sociales que hay involucradas en un delito, que no necesariamente se relacionan con el hecho mismo. Yo trabajé en la Fiscalía de La Florida, Macul y Peñalolén, donde la mayoría de las víctimas son niños, niñas y adolescentes. Ahí uno percibe cómo esos niños están privados en muchos otros ámbitos y cómo esas carencias adicionales en tantos aspectos de sus vidas condicionan o favorecen los delitos de que son víctimas. Ahí uno se da cuenta de que la intervención judicial, que el derecho penal no es suficiente si no se abordan estos casos desde una política pública que erradique las vulneraciones de base. Esa constatación me impulsó a postular a este cargo.

Sin falsas modestias, afirma que optó por especializarse en delitos sexuales, "porque ahí debe estar la mejor gente, la más comprometida. Estos delitos no pueden ser investigados por personas que no tengan las competencias específicas. Cuando trabajas con niños vulnerados, ser abogado no es suficiente. Necesitas del apoyo multidisciplinario de sicólogos, trabajadores sociales, médicos; en fin, de todos aquellos que permiten hacer comprensible el efecto del delito desde toda la integralidad del ser humano. No es la sanción tanto lo que importa, sino cómo nos ocupamos de esta persona que está teniendo una vivencia tan terrible y logramos reparar el daño".

Dice que en esta área de investigación es clave la autoformación, porque si bien el ministerio público tiene procesos de especialización para fiscales, aún falta mucho. Recuerda a una jueza que antes de empezar el juicio con el niño abusado, de apenas unos 6 años, frente a ella, le dijo: "Bueno, como tú eres menor de edad, no te voy a juramentar". Eso no lo entiende ni un adulto, menos lo va a comprender un niño. Ahí se ve cómo el sistema no es capaz de reconocer a los niños como personas de derecho, ni de ponerse en su lugar, ni de adaptarse a ellos".

DOS NIÑITAS ABUSADAS

Patricia está feliz. Viene llegando de la ceremonia de inauguración del primer centro de entrevistas videograbadas de niños que han sido víctimas o testigos de delitos sexuales, lo que le parece un gran avance para evitar la revictimización que implicaban los interrogatorios y una manifestación concreta de que los niños sí son sujetos de derecho.

"Debemos pasar de los eslóganes en materia de infancia a resolver las urgentes vulneraciones de derechos que viven los niños, niñas y adolescentes de este país. Y hacerlo rápido, ahora, antes de que crezcan y sean adultos dañados".

Entrevistada hace unos meses, recordó un caso que estremeció a la opinión pública e instaló la eterna discusión de rebajar la edad de la responsabilidad penal adolescente y endurecer las penas. Hablamos de Ariel Mena, el joven que acuchilló de muerte a una mujer en La Reina y dejó heridos a su hijo y a su marido cuando lo sorprendieron dentro de su casa robando: "¿Cómo nos hacemos cargo de evitar más Arieles Mena, que a los 7 años consumía marihuana, a los 9 cocaína, a los 11 vivía pastabaseando? ¿Por qué tenía 21 detenciones? ¿Qué pasó en cada una de ellas? ¿Se le condenó? ¿A qué pena? ¿Qué fin tuvo esa pena? ¿Se trabajó con él para revincularlo a la sociedad? ¿Se le trató su consumo problemático de drogas? Esas son las preguntas que debemos hacernos", dice ahora más o menos en los mismos términos.

Has tenido una posición similar en los casos de alumnos que han atacado a profesores con molotovs. ¿Querer solucionar ese nivel de violencia expulsándolos, es no cachar nada?

La pregunta es cómo no tener jóvenes con overoles blancos generando episodios de violencia extrema. Para eso necesitamos saber qué pasa con esos jóvenes, lo que no quita que, existiendo una ley penal adolescente, se investigue, procese y sancione a los responsables de hechos tan graves como los que hemos conocido. Esto no elimina la obligación que tiene el Gobierno de prevenir. Insisto: los niños primero no puede quedar en un eslogan. Existen, en materia de infancia, desafíos a largo plazo y otros que son inmediatos, que no pueden esperar.

¿Cuáles son los que no pueden esperar?

Terminar con la vulneración de derechos que padecen en todos los planos los niños del Sename. En esta materia, los plazos apremian. Hay medidas administrativas que debemos tramitar ahora mismo. El famoso CREAD (Centro de Reparación Especializada de Administración Directa) de Playa Ancha, donde todo está mal, sigue funcionando. Los niños continúan ahí, porque la burocracia lo ralenta todo. Los niños del Sename padecen problemas de habitabilidad, salud mental, consumo, desescolarización, y hay que abordar sus casos integralmente, porque el problema no es del Sename, involucra a los ministerios de Educación, Salud, Vivienda, Cultura, Deportes, Desarrollo Social… Sé que el Hogar de Cristo está piloteando dos residencias con este criterio multidimensional y tengo mucho interés en ver cómo están funcionando. Ahí hay una iniciativa, pero los cambios deben ser mucho más ágiles.

¿Hay algún caso de niños vulnerados que te haya tocado el alma?

Dos. De niñitas, ambas de 2 años y medio. La primera había sido agredida por la pareja de su abuela, que era su cuidadora. La mujer expuso a su nieta a un hombre violento, que abusó de ella de una manera muy difícil de acreditar: violación bucal. El hombre obligó a la niña a practicarle un fellatio. Y otro en que el padre le pedía a su hijita que jugaran a hacer el amor. Las niñas contaron lo que habían vivido y se comprobaron los delitos. El primer hombre está privado de libertad, y en el segundo caso nunca logré que me dieran la prisión preventiva y el tipo nunca más apareció y, aunque fue condenado, no cumplió su condena de 8 años de cárcel. Las penas para delitos sexuales nunca se imponen con el máximo rigor de la ley, porque existe siempre una suerte de duda: es la versión de la víctima versus la del imputado. Ahí hay un tema. Todos deben comprender que el daño que deja un delito sexual en un niño, niña o adolescente es tremendo. Se vuelve crítico en su desarrollo posterior, es de un impacto síquico devastador.

Ha dicho en varias oportunidades que hay que pasar del diagnóstico a la acción. Y ahora insiste en la idea: "Debemos cambiar esta estructura social y estatal de seguir solo reaccionando a los problemas. Trabajar en base a evidencia y no a percepciones. Si no se toma la decisión seria y efectiva de intervenir en casos de vulneración de derechos, abordando todos los planos involucrados y considerando la prevención como un eje central de las políticas de infancia, vamos a seguir errando en la estrategia".

LA VIDA CON CLEO

El día de la entrevista la defensora de la infancia viste de negro y rojo: botas "bucaneras", precisa ella, de gamuza negra, el mismo color del suéter, las medias y el abrigo. Una mini de cuero rojo completa la sexi indumentaria. Los aros, las uñas y el anillo son rojos, como la falda breve. Es flaca y alta. "Mido un metro setenta, pero siempre ando con tacos. Soy trapera. Adolfo Domínguez es mi lujito, pero me gustan Mango, Bimba y Lola y marcas más baratas. Mi hermana Consuelo, que tiene 24 y es la menor, muy menor, al punto que con mi hermano Rodrigo, de 38, le decimos 'la menopausia materna con patas', me ha convencido de no usar maquillaje testeado en animales", dice, cuando le pedimos que nos hable de sus gustos y particularidades. "Netflix es mi copiloto. Adoro las series. También me gusta leer novelas policiales. Ahora estoy gozando con la sueca Camila Läckberg. He viajado harto, con mis papás, mis hermanos, con amigas y algún pololo. Mi destino favorito es Nueva York, una ciudad que nunca se agota. También me encanta el Caribe".

Pese a haber nacido en Osorno, no reniega de Santiago. Le encanta. Vive en un departamento "propio, pero con deuda", acompañada de Cleo, "la bulldog inglesa más bella del mundo".

¿Cómo te imaginas dentro de unos 20 años?

Como una mujer agradecida de la vida, como mamá, espero. Y pensando en que quizás no logré todo lo que me propuse, pero luché por conseguirlo. Yo peleo, peleo, peleo. Y a veces me pico, sobre todo con la falta de consideración.

Es curioso que te moleste la desconsideración y seas tan aficionada a Twitter…

Lo paso chancho ahí. Es un tremendo espacio de creatividad. A veces, sí, muy tóxico. Lo viví cuando me acusaron de abortista. Aparecieron en mi cuenta una cantidad de fanáticos 'pro vida' que querían matarme, pero me encantan las ocurrencias y la ironía de la gente.

Cuando le preguntamos cuáles son sus objetivos como primera defensora de la infancia, no es grandilocuente: "Lo primero es implementar la Defensoría, que quede bien establecida. Segundo, creo que es preferible prometer poco y lograr más, que hacerlo al revés. Me interesa que los niños, niñas y adolescentes conozcan sus derechos. Eso es clave: si los conocen, van a poder exigirlos. Avanzar rápido en la mejora de los derechos vulnerados de los niños del Sename es lo tercero. Y ser la piedra en el zapato de todos los que tienen responsabilidad en materia de infancia.

¿Por qué la defensora de los niños no tiene niños propios?

Siempre he querido ser mamá, me veo como tal, pero es una decisión muy importante y no ha llegado aún el minuto.

La única militancia de Patricia es el feminismo. Y, como feminista, ve a los hombres "medio asustados de que seamos autosuficientes. Yo trato de promover a mujeres en mis espacios de trabajo y me gustan los hombres convencidos de lo que pide el feminismo. Me interesa que las niñas y las adolescentes tengan cada vez más modelos de mujeres para desarrollar su femineidad. Que sepan que no hay que masculinizarse para ejercer el poder. Aunque soy competitiva y tengo una lógica más masculina, creo que los liderazgos pueden ser de cualquier forma. No solo las que hablamos fuerte podemos llegar a posiciones relevantes. Por eso valoro las instancias de mujeres, como el chat abogadas por abogadas del que participo, que es un espacio superenriquecedor".

¿Por qué sigues soltera?

Eso habría que preguntárselo a los hombres -dice, soltando una sonora y franca carcajada.

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