Bárbara Briones: Una profesional de los zapatos

La diseñadora Bárbara Briones vende en Chile y Estados Unidos modelos hechos a mano que pasan por diez artesanos chilenos antes de llegar a tiendas. Aquí, la diseñadora cuenta cómo trabaja y por qué sus zapatos pueden costar cerca de 250 mil pesos en una boutique de Nueva York.




Han sido días movidos para Bárbara Briones (32). A la nueva colección que puso a la venta en la tienda que comparte con Luz Briceño -diseñadora de La Joya- en Alonso de Córdova, se suma su participación en la feria Capsule, de Nueva York, donde durante tres días expuso su trabajo junto a otros cientos de diseñadores emergentes. "Las ferias son fundamentales para darme a conocer entre los compradores al por mayor y hacer contactos con los medios", explica sentada en un café de TriBeCa.

Hace 10 años la historia era muy distinta. Después de estudiar diseño y fabricación artesanal de zapatos en Buenos Aires, Londres y Florencia, durante un tiempo vendió entre sus amigas, hasta que en 2008 abrió la tienda La Joya & Barbara Briones. En 2010 se casó con un chileno-americano y se radicó en Manhattan. Desde entonces ese es su centro de operaciones, donde dibuja con lápiz sobre papel cada diseño, chequea la disponibilidad de materiales en las curtiembres chilenas y, de acuerdo a eso, realiza las primeras muestras. Una diseñadora y diez artesanos zapateros trabajan en su taller de la comuna de San Joaquín, en Santiago, cada uno a cargo de una etapa del proceso: moldeado, cortado, aparado, armado y envasado. "Cuando la muestra está lista, la fotografiamos para mandarla a los potenciales compradores", detalla. Para eso, junto a un estudio fotográfico a cargo de la imagen de la marca y los lookbook, trabaja con una agencia de comunicaciones en Nueva York y otra en Chile. Y solo cuando ya tiene información sobre la demanda de los compradores es que manda a hacer. Unos cincuenta Barbara Briones a la semana se fabrican en San Joaquín.

Veinte modelos –ballerinas, mocasines, sandalias altas y bajas– conforman su recién estrenada colección primavera-verano, hechos en piel de salmón y avestruz, con mezcla de texturas, colores café y tierra, que conviven con fucsia, verde y amarillo, y detalles de metal en las puntas. En noviembre lanzará su primera colaboración con París, una mini-colección que se llamará Alaniz by Barbara B. Aunque será su debut en un retail chileno, ya tiene experiencia en el rubro: la cadena americana Anthropologie le ha comprado zapatos para sus últimas cuatro colecciones, y en las tiendas Assambly y Albertine, en Nueva York, se encuentran sus diseños. Los medios estadounidenses también han detenido su mirada en los zapatos de Briones: el Women's Wear Daily los ha reseñado, el blog de tendencias Refinery29 escribió que "imitan el aspecto más lindo del paisaje chileno" y las revistas InStyle y Nylon han hecho producciones con ellos. En definitiva, la estrategia de Bárbara Briones está dando resultados.

¿Haces la misma colección para Estados Unidos y Chile?

Es una misma colección, pero la edito para cada país: selecciono lo que se venderá en Chile y lo que se venderá en Estados Unidos; las demandas son muy distintas, ya que las chilenas son más clásicas. Pero, además, en Estados Unidos se entiende muy bien todo el trabajo que hay detrás de un zapato hecho a mano y los compradores pagan ese trabajo. En Chile, aunque la mentalidad está cambiando, entiendo que haya interés por un par de zapatos de cincuenta mil pesos hecho en China, pero por costos yo no puedo vender los míos a ese precio. Con esa lógica, mientras en Chile un par de sus zapatos de entre $ 80.000 y $ 120.000, en Estados Unidos puede superar los $ 250.000.

¿Qué te inspira?

Las calles de Nueva York son una fuente de inspiración gigantesca. El street style es más importante que las revistas, que son puro lobby y auspicios.

¿Y cómo te mueves frente a ese lobby?

Con la oficina de prensa en Nueva York, por ejemplo, organizamos encuentros con los editores de revistas y blogueros para contarles sobre mis diseños.

Practicante de Ferragamo

Después de un corto paso por Arte en la Universidad Católica, a los 20 años Bárbara Briones partió a Buenos Aires a estudiar Diseño de Vestuario en la Universidad de Palermo, donde tampoco terminó la carrera, pero sí conoció a la francesa Sylvie Geronimie, que ha diseñado zapatos para María Vázquez, Tramando, Fabian Zitta, Cora Groppo y Class Life. Geronimie fue quien le enseñó el oficio. "Gracias a ella descubrí que hacer zapatos era lo mío", cuenta. Con ese impulso se perfeccionó en la zapatería del Teatro Colón y luego partió al School of Cordwainers, London College of Fashion, cuna de diseñadores de zapatos como Jimmy Choo y Patrick Cox. Durante los tres años que estuvo en Europa realizó prácticas en Mulberry y Ferragamo.

¿Qué aprendiste en Cordwainers?

Me metí a fondo en lo que significa el mundo de la moda: desde cómo generar una idea hasta el zapato terminado, pasando por los costos de cada pieza, la creación de una colección, que los modelos tengan un hilo conductor y no compitan entre sí. Fue una experiencia muy distinta a la de estar en un taller aprendiendo de máquinas.

¿Cómo llegaste a Mulberry?

Mientras estudiaba, durante los fines de semana trabajaba como vendedora en una tienda de Mulberry en Londres, y así pude acceder a hacer la práctica en las oficinas de diseño. Allí sacaba fotocopias, ordenaba los archivos, hacía dibujo técnico e investigación de tendencias para los diseñadores de la marca, desde los colores que se llevaban hasta lo que se vendía más en la tienda. Los practicantes aprenden de todo: diseño, merchandising, costos, timings. En definitiva, a armar una colección.

¿Cómo llegaste a Ferragamo?

Fue como postular a un trabajo. Mandé mi curriculum y me llamaron para una entrevista en inglés en las oficinas de Ferragamo en Osmannoro, Florencia. Una vez aceptada, tomé clases de italiano, aunque se hablaba mucho en inglés, ya que allí trabajaba gente de todo el mundo. Ahí seguí aprendiendo sobre moda, claves como que en Asia se venden más las carteras chicas o que los colores que se ocupan son muy distintos a los del mercado americano.

¿En qué se diferencia a lo que te enseñan en una universidad?

La universidad no te enseña a desarrollar todo el ciclo de una colección. Aunque mi background es de diseñadora, la necesidad me ha hecho desarrollar un lado empresarial, con el objetivo de hacer crecer mi negocio. Y tengo mucha suerte. Vivo de hacer zapatos, que para mí son esculturas en movimiento.

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