La flexible Camila Merino

Que las mamás puedan llevar a sus hijos al jardín infantil que provee la Junji sólo algunos días de la semana. Que una mujer pueda trabajar desde su casa e ir a la oficina una o dos veces a la semana. Que si se queda cuidando a los niños no sea crucificada por sus pares. Flexibilidad. O adaptabilidad. Son las palabras que le gusta usar a la ministra del Trabajo, Camila Merino, cuando se le pregunta cómo abordará el mayor dilema que enfrentan las mujeres en la vida laboral: ser madres.




Al momento de realizar esta entrevista, aún no se había hecho público el estudio de ComunidadMujer que esta semana remeció el panorama para la ministra del Trabajo y Previsión Social, CamilaMerino: la participación laboral de las mujeres que viven en centros urbanos en Chile habría saltado a 60,6%, mientras que las cifras oficiales que publica el sitio web del ministerio son de 37% y las de la encuesta Casen 2006 son de 43%. La diferencia de la Primera Encuesta Nacional sobre Mujer yTrabajo es que en su muestra incluyó mujeres entre 18 y 65 años en centros urbanos, mientras que la Casen toma en cuenta también población rural y el rango entre 15 y 18 años, y 65 años y más: edades en las que, en Chile, es raro que la mujer trabaje. La cifra de 60% es golpeadora. Camila Merino (42) fue una de las primeras en conocerla. Y, aunque se la guardó durante esta entrevista –tenía embargo de confidencialidad–, se le translucía cierto optimismo incomprensible a la luz de las estadísticas que, hasta ese momento, nos situaban muy por debajo del promedio latinoamericano de participación de la mujer en el trabajo. Sobre el escritorio de la ministra –donde no hay fotos de sus 4 hijos, de entre 16 y 6 años, ni de su marido ejecutivo de Lan, ni adornos de ningún tipo– descansa, blanco e imperturbable, el programa de gobierno. En él, además de aumentar la participación de la mujer en el trabajo, figuran las ambiciosas promesas de crear un millón de empleos, perfeccionar el seguro de cesantía, implementar la flexibilidad laboral y el postnatal de 6 meses. ¿Cómo se las piensa arreglar la ministra?

Todo bien con las dueñas de casa

"Lo primero a saber es que la tasa de mujeres que trabajan ha ido aumentando", advierte la ministra. "ComunidadMujer acaba de dar a conocer un estudio que muestra un mejoramiento importante en la participación de la mujer, en todos los estratos. Las jóvenes están más insertas en el mercado laboral, entonces ahí puede haber un tema cultural: si uno lo analiza por rango etario, se ve una diferencia. Después, si lo analizas por nivel socioeconómico, las mujeres con menos educación, las de los quintiles más bajos, participan menos. ¿Por qué? Hay causas relacionadas con trabajos más informales, y con que no tienen con quién dejar a los niños".

Justamente en los quintiles más bajos son muchas veces las mujeres quienes aportan el ingreso principal. ¿Qué se puede hacer para incentivar su participación?

El cuidado de los niños es clave y hay dos cosas que tienen que resolverse. Una es algo que yo he propuesto mucho ante la Junji, que es flexibilizar el acceso al jardín infantil gratuito. A lo mejor la mamá quiere tener jardín infantil sólo dos días a la semana, hay mujeres que no quieren trabajar full time, quieren a lo mejor trabajar un rato en la casa y después salir a ofrecer sus productos o ir a la oficina dos días. Esa flexibilidad te permite además tener muchas más mujeres en el sistema, porque muchas veces hay listas de espera para tener acceso a jardines infantiles tiempo completo.

¿Y tiene pensado crear acceso universal a las salas cuna?

Eso es lo otro que se tiene que resolver: el famoso tema de que a partir de las 20 trabajadoras la empresa paga una sala cuna. Tú ves las estadísticas y muchas empresas tienen 19, entonces no pagan sala cuna. Éste tiene que ser un tema del gobierno: ir subsidiando el acceso a sala cuna. Porque a lo mejor a las empresas chicas les sale muy caro.

Es evidente que el hecho de que las mujeres no puedan trabajar tiene que ver con el cuidado de la familia, una tarea no remunerada. ¿Cómo la compartimos?

También es un rol de los papás, que tienen que estar presentes.

¿Pero cómo se regula eso desde una política pública?

Que compartan con los niños es algo en lo que los medios de comunicación tienen un rol fundamental. Los niños necesitan al papá y la mamá, a ambos.

Pero cuando tiene un hijo, el papá no paga el costo de no poder salir a trabajar.

Bueno, a una mamá que trabaja efectivamente se le hace muy pesado si hay un papá ausente.

¿Cómo lo hace usted, a todo esto, con sus cuatro hijos?

Mi marido trabaja mucho y yo trabajo mucho. Desde siempre. Pero siempre nos hemos complementado. Son buenos niños, tenemos suerte, son buenos alumnos, además yo creo que cuando ambos papás trabajan harto, los niños son más independientes, no les queda otra. Uno les exige más.

¿No es contradictorio que estemos pensando en mejor compatibilidad entre familia y trabajo, pero que las ministras se vayan tan tarde a la casa?

Pero ahora estamos trabajando mucho porque hay una catástrofe. Yo les digo a mis niños: "Hay gente que no tiene casa, que vive en una carpa, y ustedes tienen que poner de su parte. Tienen ganas de ver a su mamá, pero hay que hacer un sacrificio mínimo".

Se ve de repente una revalorización de quedarse en la casa con los niños, siempre que el marido pueda mantener el hogar. Usted, que ha trabajado en dos grandes empresas, ¿qué piensa de esta fuga de cerebros femeninos?

Yo creo que hay mujeres que se quedan en la casa pero que tienen otros roles que son muy importantes. Yo tengo amigas que no trabajan pero me ayudan harto.

¿La ayudan cómo?

Son presidentas de centros de apoderados, organizan cosas para amigos que están con problemas, o están con los papás enfermos, que es un rol muy pesado, llevar al papá al médico y tratar de que tenga una buena calidad de vida. O trabajan en fundaciones, en actividades más sociales. Yo veo amigas que se sacan la mugre.

Si una amiga profesional, exitosa, le dijera: "Camila, quiero renunciar a mi pega para dedicarme a mis niños", ¿qué le diría?

Es válido. Tengo muchas amigas que lo hacen, y lo hacen muy bien, y ocupan otros roles y otros espacios. No tenemos que ser todas iguales. Tengo muy buenas amigas que trabajan mucho en la casa, y eso es menos reconocido. Y tienen la casa perfecta, y los maridos descansan en eso y no hacen nada.

Pero me está hablando del rol tradicional de la mujer, y si uno piensa en inserción laboral, es el switch opuesto.

Yo creo que cada una tiene que estar en el rol en el que se sienta realizada.

No entiendo, ¿entonces cuál es la idea de fomentar que la mujer entre al trabajo?

Nosotros tenemos que ofrecer las oportunidades para que lo pueda hacer. Porque muchas mujeres lo quieren hacer y no pueden: porque no tienen dónde dejar a los niños, o no tienen los estudios necesarios.

Nuestras tasas de escolaridad son iguales que las de los hombres, incluso a veces más altas, ¿no es como si se estuvieran desperdiciando esos recursos que se gastan en educar a las mujeres?

Eso está cambiando. Las mujeres que han estudiado están trabajando. Pero ahora está el tema de ocupar cargos de más responsabilidad. Muchas mujeres no lo quieren hacer. Un cargo de responsabilidad a veces le quita más tiempo con la familia. También eso es válido. Pero la que lo quiere hacer, que lo haga.

¿En qué pegas hacen falta más mujeres en Chile?

Las mujeres pueden trabajar en todos los sectores, ¡si le pones un título yo creo que ahí nos volvimos machistas! Las mujeres funcionan en cualquier sector. Por ejemplo, en Soquimich partimos contratando mujeres para que manejaran los camiones de tonelaje. Y resultó fantástico porque eran mucho más cuidadosas que los hombres y los camiones son de gran valor, son un activo clave. Y después las otras mineras nos empezaron a copiar. Entonces ése es un campo que a lo mejor antes no se pensaba para mujeres, pero las mujeres van llegando a nuevos campos y van demostrando que lo hacen súper bien. Y a veces demuestran que lo hacen tan bien que terminan contratando más mujeres que hombres, y se pasan para el otro lado.

Confianza con Arturo Martínez

El escritorio de Camila Merino no delata ninguna señal de su pasado. No se ven fotos de su Concepción natal ni diplomas de la Universidad Católica –de donde se tituló como ingeniera civil industrial– ni del MIT –donde obtuvo su MBA– ni del Institut de Sciences Politiques de París, donde también cursó estudios. Tampoco hay rastros –galvanos, lapiceras caras– de los 16 años que trabajó en la Sociedad Química y Minera de Chile, siempre en cargos ejecutivos. Ni evidencia alguna de la masiva despedida que le hicieron todos los funcionarios de Metro, donde llegó en 2007 como gerente general para liderar las extensiones de las líneas 1 y 5.

¿Cómo es ser la mujer que manda en mundos masculinos como mineros, sindicatos, políticos? ¿Cómo los mantiene cortitos?

Creo que esas relaciones se hacen tratando de objetivizar los temas: dónde estamos de acuerdo, dónde no estamos de acuerdo, ponerle número a las cosas. A veces hay muchos temas en los que uno está de acuerdo, y eso se puede ir destapando y construyendo confianza. Esa es la clave, lo que me ha funcionado, porque a veces las cosas no salen a la primera. Por eso son tan importantes las confianzas: uno se puede equivocar pero no es por mala voluntad, no pagaron bien el bono pero no fue porque tú no quisiste, y lo vas a corregir. Cuando te creen, uno puede construir buenos acuerdos.

¿Ha generado esa confianza con Arturo Martínez, el presidente de la CUT?

Con Arturo estamos recién partiendo y hemos tenido buenas conversaciones.

¿Cómo se conocieron?

Lo llamé por el terremoto, antes de asumir. Al principio tenía considerada una presentación formal, pero después del terremoto, había un sentido de urgencia para ver cómo podíamos avanzar lo antes posible.

¿Alguna vez perteneció a un sindicato?

No.

¿Y cree que uno debería sindicalizarse en el Chile del siglo XXI?

En las empresas grandes es muy valioso que existan los sindicatos. Tú, como gerente, a veces no conoces a todos, y un sindicato es buena información, es una manera de recoger ideas para mejorar el conjunto. Funciona muy bien, no solamente para negociar los sueldos, sino para conversar las formas de trabajo, de capacitación, porque tú no puedes conversar con todos, es imposible. Por ejemplo con el sindicato de Metro hicimos diplomados y la gente estaba contenta, porque quiere sentirse orgullosa, más preparada.

En Paula no tenemos sindicato. ¿Deberíamos?

Yo no sé cómo es Paula, si tú puedes tener relaciones directas y conversar con todos, a lo mejor no. Pero cuando tú tienes una empresa como Metro, con 3.000 personas, es necesario. Además, en empresas grandes hay distintos estamentos con problemáticas distintas, por ejemplo en Metro están los conductores, o los estudiantes, que quieren más flexibilidad para poder estudiar.

Defíname su concepto de flexibilidad.

La palabra flexibilidad no es del gusto de Arturo Martínez, jajajá.

Es una palabra que asusta, ¿no? ¿Cuál es la gracia de la flexibilidad?

Tener flexibilidad es adaptarse, me gusta más esa palabra: adaptabilidad. Ver qué necesitan los trabajadores, porque a veces los amarres que tenemos hacen que el trabajador no dé su máximo, y él quisiera tener más libertades, si están ambos de acuerdo: empleadores y trabajadores. Y eso tenemos que construirlo. Por ejemplo en el caso de la mujer. La mujer a lo mejor quiere trabajar desde la casa y eso debemos normarlo. Hoy día el teletrabajo existe pero no está bien definido, está en el limbo. Aplicamos una legislación para una persona que trabaja en la oficina. Deberíamos normar poder trabajar desde la casa y a lo mejor ir una vez a la semana, así la mujer puede estar con sus niños. Yo creo que hay que dar más libertad.

Hay mujeres que optan por trabajar media jornada pensando que van a tener más tiempo, pero al final termina siendo tres cuartos de jornada, ¿no cree que es engañoso?

Es que no se trata sólo de medias jornadas. Hay mujeres a las que les gustaría trabajar tres días a la semana y tener dos libres, porque también hay costos de traslado que son importantes: si trabajas 5 días a la semana por pocas horas, es más problemático trasladarse. Muchas de las multas que tenemos en la Dirección del Trabajo son por el tema de las jornadas. Hay que preguntarse por qué, por qué no cumplimos o no respetamos las jornadas legales. Yo creo que cuando tienes muchos casos, a lo mejor no estamos recogiendo lo que la gente quiere.

¿Y con teletrabajo no se traslaparían los espacios personales con los laborales?

Eso hay que normarlo. Hay que ver las realidades de cada sistema, porque todos los sectores son diferentes.

No a la paridad

Ministra, ¿no cree que la inserción laboral femenina tenga que ver con la paridad en los cargos? Se criticó bastante que sólo haya seis ministras en el gabinete.

¡Pero ser directora de presupuesto, te aseguro que es un cargo casi más importante que ministro!

¿Pocas pero claves entonces?

Personalmente, no soy pro paridad. Creo que las personas se eligen por sus propios méritos, no me gustaría ser elegida por affirmative action.

¿Affirmative qué?

Affirmative action. Es un concepto de los gringos, que en las instituciones tienen cupos para minorías. No hay que ser machista, y hay muchas buenas mujeres que pueden acceder a cargos, pero a veces a lo mejor necesitas a un hombre en un cargo, porque es el mejor. Yo creo que podemos competir sin que haya cuotas.

¿Y cómo anda el cuoteo acá en el ministerio?

Los dos subsecretarios son hombres, pero la directora del Trabajo, que es un cargo muy importante, es mujer. La superintendenta de pensiones es mujer. Está lleno de mujeres.

Como ex gerente de recursos humanos, ¿en qué se fija para contratar gente de confianza, como a sus asesores?

Qué es lo que han hecho en sus carreras, si fueron buenos alumnos. Aunque cada vez menos. Antes me importaba mucho que fueran buenos alumnos, siempre me retaban por eso, porque me importaban mucho las notas. Ahora menos.

Porque usted fue buena alumna, obvio.

Fui buena alumna. Me importa que sean personas completas, me fijo mucho en las recomendaciones. Cuesta conocer a una persona en una entrevista, uno se equivoca. Pero no hay personas malas: hay personas más adecuadas al cargo. Y le haces un daño a esa persona si la dejas en un cargo y no es la adecuada, porque se frustra. A lo mejor puede desarrollar su máximo potencial en otro lado.

Leí su declaración de patrimonio. Tiene acciones de Google. ¿Ha ganado mucha plata?

No. No me fue bien con Google. Perdí mucha plata pero ahora se recuperó. No fue una inversión pero es como entretenido, a mí me gusta esa empresa, por eso compré. Pero uno no le puede ganar al mercado, entonces al final pones todo en la balanza y siempre pierdes. Ésa es la verdad.

Postnatal para el segundo semestre

Si bien en el programa de gobierno de Piñera (y de todos los candidatos presidenciales) está la extensión del postnatal a 6 meses, todavía no está claro cómo se va a implementar. Hay quienes argumentan que va a afectar seriamente la contratación de mujeres –68% de las mujeres tiene ese temor, según una encuesta de ComunidadMujer– y que se deberían estudiar otras opciones para que el costo de la maternidad sea compartido con los hombres. "Se está formando una comisión de expertos para definir cómo se va a cumplir con lo que está en el programa de gobierno, incluyendo todos los puntos de vista", dice Camila Merino. La ministra no quiere ahondar en el tema, porque considera que hay que estudiarlo a fondo para mandar el proyecto de ley el segundo semestre.

¿No tiene ninguna aproximación a cómo debería ser ese proyecto de ley?

Yo creo que hay cosas que hay que hacer. Por ejemplo en términos de flexibilidad: a lo mejor pasar días del prenatal al postnatal, o ir de a poco integrándose al trabajo, o que sea optativo. Hay varios mecanismos. Un punto importante para considerar, por ejemplo, es que no se puede renunciar a la licencia por enfermedad de hijo menor de 1 año. Cuando mi hija estuvo una semana en la clínica, yo que soy trabajólica, no me despegué de ella.

¿Cómo fueron sus propios postnatales? ¿Le costó volver al trabajo?

¿A mí? No. Cuando una está acostumbrada a trabajar, se pone mal genio en la casa.

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