Madre soltera a mucha honra

Con la misma determinación con la que ha construido una sólida carrera como periodista especializada en relaciones internacionales y negocios -fue ministra del primer periodo de Bachelet y actualmente es casi la única mujer de cuatro directorios de empresas-, Karen Poniachik decidió ser madre sola, sin una pareja. Es la orgullosa mamá de Ana (5 años), quien con toda naturalidad dice "no tengo papá, tengo pura mamá" y la festeja en el Día del Padre. Para Poniachik, mujer de avanzada por donde se le mire, ser madre soltera es más que un asunto personal; se ha transformado en una bandera de lucha por la diversidad de la familia y las libertades femeninas.




Paula 1153. Sábado 2 de agosto de 2014.

El 15 de junio, Día del Padre, Karen Poniachik Pollak escribió orgullosa en su cuenta de twitter "hoy Ana me celebró porque soy su papá y su mamá a la vez. Doble beso, abrazo y regalo hecho por ella: uno en mayo y otro hoy". Ana Victoria Pollak Poniachik tiene 5 años. Se llama Ana, ya que a Karen siempre le gustó ese nombre; Victoria, "porque ella es mi gran triunfo"; y los apellidos son los de Karen, pero invertidos. Así inscribió en mayo de 2009 a su única hija esta periodista de la Universidad Católica, máster en Relaciones Internacionales de la Universidad de Columbia (NY), ex ministra de Minería y Energía del primer gobierno de Bachelet, actual miembro de cuatro directorios de empresas y encargada del Centro Global de Columbia en América Latina con sede en Santiago. Un trámite de rutina en el Registro Civil de Providencia que solo tuvo una anécdota: la funcionaria a cargo no le explicó una, sino dos o tres veces que aunque el padre se negara a reconocer a la niña, la ley la protegía. La mujer de la ventanilla solo desistió de repetir el mismo discurso cuando Karen Poniachik le dijo muy claro: "muchas gracias, pero mi hija no tiene padre. No hay padre. Soy madre soltera".

Karen Poniachik camina un par de cuadras desde su casa hasta el hotel Sheraton donde se realizan los encuentros para esta entrevista. En la previa de ambos se topa con empresarios que se acercan a saludarla. Luego, siempre estará con el celular a mano, atenta a una llamada de su hija o algún mail de trabajo.

Marzo de 2000. Karen Poniachik, 35 años, es la directora de Programas del Council of the Americas, viste traje dos piezas y se mueve segura por las calles de Manhattan. Como muchas mujeres, ha fantaseado con tener hijos, pero no es el momento. Sus energías están puestas en una carrera que partió como periodista y derivó al poco andar al área de los negocios. "Tal vez en un par de años más", piensa. Un examen de rutina cambia radicalmente sus expectativas: le detectan cáncer de mama y a los pocos días, según el protocolo médico estadounidense, entra a pabellón e inicia un tratamiento con radiación que concluye exitosamente, pero con una advertencia por parte del cuerpo médico: en caso de querer embarazarse tendrá que esperar al menos 5 o 6 años para evitar que se reactive el tumor a causa del exceso de estrógeno.

Karen siempre soñó con ser madre, pero a los 35 le diagnosticaron cáncer de mama y, tras el tratamiento, le advirtieron que debía esperar 5 0 6 años para embarazarse. Luego, a los 43, su pareja no quiso tener hijos. Entonces decidió ser madre sola.

2007. Karen Poniachik está de vuelta en Santiago, es ministra del gobierno de Bachelet. Quiere tener un hijo, pero su pareja no. Él ya es padre, incluso es abuelo. "Pero mi tiempo se acababa. Estaba en el límite de la edad para tener un hijo. Era en ese momento o era nunca. Terminamos nuestra relación de dos años y tomé la decisión de quedar embarazada por mi cuenta. No es que haya decidido ser madre soltera. Decidí ser madre y estaba soltera", dice Poniachik.

Nunca has hablado sobre cómo quedaste embarazada. Si fue con un método asistido determinado, por ejemplo. ¿A qué se debe ese silencio?

No hablo de quién es el padre de mi hija ni de las circunstancias que rodearon mi embarazo, porque esa es una historia que tendrá que contar alguna vez mi hija si así lo desea. Es su historia.

También es tu historia.

Sí, pero no hablo de eso porque es un tema muy privado, personal. Sí estoy dispuesta a compartir mi experiencia, o parte de ella, porque puede inspirar a otras mujeres que están en una situación similar a tomar la decisión, pero hay aspectos que me guardo porque, insisto, pertenecen a la historia de mi hija.

¿Cómo reaccionó tu entorno frente a la noticia de que serías madre?

Primero les conté a mis amigos más cercanos, luego a mi abuela y ella me acompañó a contarle a mi mamá, quien me dijo que era la mejor noticia que había recibido en su vida. Todos estaban felices y nadie, salvo dos o tres desubicados, me preguntó respecto de la identidad del padre. Y la respuesta siempre fue y ha sido la misma: no hay papá.

¿Por qué "desubicados"?

Quienes me conocen sabían que yo estaba soltera, que yo deseaba muchísimo ser madre y asumieron que era la decisión de una mujer adulta. No era una adolescente que quedó accidentalmente embarazada. Lo busqué y me preparé emocional y estructuralmente: vivía sola, apenas supe que estaba embarazada la pieza que tenía como gimnasio la acondicioné como pieza de guagua, agrandé la pieza de servicio, porque era evidente que necesitaría ayuda; es decir, cambié mi vida para ser madre.

¿Cómo verbaliza tu hija el hecho de no tener papá?

Si le preguntan quién es o dónde está su papá, su respuesta espontánea es "no tengo papá, tengo pura mamá" o "tengo una mamá que es mamá y papá".

¿Te hace preguntas?

Esos son los diálogos entre ella y yo que prefiero dejar en nuestra intimidad.

Karen Poniachik eligió un colegio americano para su hija. "Prácticamente todos los niños son extranjeros y lo única información que me solicitaron al matricularla fue, a través de una ficha, el nombre del apoderado –no del padre ni de la madre–, teléfono de emergencia, mail y punto. Ni fotos de la mamá, ni del papá, ni de la familia completa. En el colegio hay niños en la misma situación que Ana; niños que no tienen papá, y hay otros que tienen dos mamás. No es tema. Esas debiesen ser las condiciones de cualquier colegio. Como apoderada participo en lo que puedo y voy sola y nadie me mira raro. Tampoco si no voy. Todos entienden que tengo que trabajar"

¿Te parece relevante la figura masculina en la crianza?

Reconozco absolutamente que en el ámbito sicológico y sicoanalítico los roles de padre y madre son distintos. Hay, efectivamente, un rol que juega la figura masculina, sea padre presente o no. Yo tengo dos hermanos que han sido súper solidarios y me han acompañado desde el día en que nació mi hija contribuyendo a jugar ese papel masculino como tíos.

Haber tenido a tu hija a los 44 años significó que primero desarrollaste tu carrera. ¿Qué te ha aportado ser madre post 40?

Me abrió una perspectiva de lo que significa el trabajo y la vida personal. Lo noto cuando mujeres más jóvenes me cuentan, por ejemplo, que no se atreven a pedirle permiso al jefe para llevar a sus hijos al doctor o a actividades. Yo, con mucha tranquilidad y asertividad, si estoy en una reunión que se ha extendido, me paro, pido disculpas y cuento que debo llevar a mi hija a ballet. Sin miedo. Mis interlocutores son todos presidentes o directores de empresa, y nunca nadie se ha quejado ni me ha cuestionado. No lo podría haber hecho de joven.

En tu posición y con tus recursos, ¿qué es lo difícil de ser madre soltera en Chile?

No tiene nada de difícil, pero soy consciente de que, lamentablemente, para gran parte de las madres solteras de nuestro país es muy difícil.

Durante el verano, Poniachik llevó a su hija a un crucero de Disney por las costas de Miami, México y el Caribe. Hace unos días fueron a esquiar a Valle Nevado. Sus grandes aliadas en el cuidado diario y cuando debe viajar por trabajo son su madre y su "nana" Eli, quien se maneja perfecto en skype y está tomando clases de manejo.

Ser madre soltera ha sido para Karen Poniachik más que una experiencia personal y un antes y un después en su biografía. Se ha transformado en un sólido argumento en pro de la diversidad que, considera, urge desarrollar en Chile. En enero pasado, el RN Miguel Otero declaró que los hijos de padres separados o fuera del matrimonio no tienen las mismas capacidades intelectuales que los hijos nacidos en un grupo familiar compuesto por un padre y una madre casados. De inmediato Poniachik publicó en sus redes sociales una tajante respuesta que subrayaba su condición de madre soltera.

Ser madre soltera, ¿es para ti una bandera de lucha?

Ha habido momentos en que ser madre soltera se ha transformado en una bandera de lucha. Uno de esos momentos fue frente a las palabras de Otero Lathrop.

¿Te sentiste agredida?

Palabras como las de Otero no dan para sentirse ofendida. Son ridículas. Pero jamás votaría por un partido que no se desmarca de una opinión como esa, porque aunque uno o dos parlamentarios lo criticaron, no hubo un comunicado oficial como partido.

El PODER DE LAS SOLTERAS

Nunca te has casado, a pesar de ser judía, cultura en la que el rol de la mujer casada es fundamental.

Siempre quise estudiar fuera, trabajar y hacer carrera. Eso lo decidí, no así retardar la maternidad. Estuve dos veces a punto de casarme. En uno de los casos no me casé porque mi novio argentino quería instalarse en otro país y me significaba dejar de vivir en Estados Unidos y sacrificar mi carrera profesional, dos cosas me eran importantes.

En Estados Unidos, las mujeres solteras están siendo un foco atractivo para los demócratas, debido a su sensibilidad progresista.

Sí, es muy interesante, porque el incremento de mujeres solteras, separadas y viudas –las mujeres viven más que los hombres– están cambiando el panorama político y el patrón electoral de Estados Unidos. Las mujeres solas tienen una sensibilidad progresista más cercana a los demócratas que a los republicanos, entonces los primeros están poniendo especial atención a lo que pasa con ellas, por temas que van desde los de salud reproductiva y aborto, el cuidado infantil, inserción laboral. No sé si eso es aplicable a Chile, pero es interesante estar atento a esa tendencia que no solo es política, sino que cada vez hay más productos y servicios dirigidos a mujeres que solas toman determinaciones financieras y de compra. Eso ya se ve en Chile: desde ofertas de viaje, hasta servicios de cuidado infantil. Y un candidato que hoy critique a las madres solteras se entierra políticamente.

¿Cuál es tu posición respecto del aborto?

Estoy con el programa del gobierno de la Presidenta Bachelet. He leído mucho sobre casos de incesto y de violación, y creo que las mujeres que han sufrido ese trauma tienen derecho a elegir si quieren o no tener ese hijo. Respeto a una mujer que desea seguir adelante con un embarazo inviable, no lo comparto, pero el principio mayor es que son decisiones personales.

En julio pasado, WiZO Chile (Women's International Zionist Organization) distinguió a Karen Poniachik como mujer judía, "destacada por su historia profesional en el ámbito público y privado". Al evento, Karen llegó acompañada de su abuela, su madre, su hija y su "nana". En su discurso, reconoció su temprana admiración por figuras del feminismo, pero fue su opinión sobre la escasa participación femenina en la comunidad judía chilena lo que más llamó la atención. "Soy profundamente creyente y me siento orgullosa de mi historia y tradición judías. Lamentablemente siento que en Chile, en estos momentos, no existe un espacio que me permita practicar mi religión, mantener los ritos y participar en la liturgia de la manera en que quisiera", leyó frente a un grupo de al menos cuarenta mujeres.

¿Por qué esa incomodidad?

Si comparas la comunidad judía en Chile con la de Estados Unidos o Canadá, somos tremendamente conservadores. En Chile las mujeres no podemos leer la Torah, usar talid (manto sagrado) o ser rabinas. Ninguna de mis amigas judías se quedó pegada en solo prender las velas y amasar la jalá (pan trenzado que se usa en shabat y otros rituales). Todas están estudiando o trabajando. Entonces, no me siento a gusto como para formar parte activa de la comunidad judía en Chile, tan machista aún. De hecho, en la dirigencia solo hay hombres. Cuando los dirigentes de la comunidad judía fueron a La Moneda a visitar a los ministros, no había entre ellos ni una mujer. Ellos dicen que no hay mujeres que quieran participar, yo dudo que sea así.

¿Eres feminista?

No sabría definir qué es ser feminista hoy. Las mujeres hemos logrado muchas de las reivindicaciones que buscábamos, pero queda mucho por hacer. No estoy por las cuotas ni en política ni en las salas de directorio, sino que apuesto más por la autorregulación, que no ha sucedido lamentablemente. La forma de lucha se puede ejercer opinando, escribiendo, ejerciendo cargos.

¿Qué opinas de la determinación de una mujer de no trabajar?

Respeto las determinaciones y libertades individuales, pero conozco a muchas mujeres que tomaron ese camino y que ahora que sus hijos crecieron están arrepentidas, porque se encuentran con que no construyeron una carrera o que se quieren separar y necesitan independencia económica y no tienen experiencia laboral. Mujeres que están arrepentidas 20 años después de haber tomado la determinación de quedarse en la casa.

¿Te consideras ambiciosa?

Una vez alguien me dijo que soy muy ambiciosa. No me gusta esa palabra, porque en el caso de las mujeres tiene una connotación particularmente injusta o discriminatoria. No es negativo querer estar en un directorio, ni querer una mejor remuneración.

Karen Poniachik es parte de los directorios de las empresas Metro S.A., la británica BAT Chile, la anglo-belga EC.L y la danesa Maersk Container. Solo en la primera comparte roles con otra mujer, la abogada y especialista en transporte Paulina Soriano.

¿Mujeres y hombres aportamos elementos distintos en el trabajo?

No soy de creer que los hombres son de Marte y las mujeres de Venus. Sí que podemos aportar visiones distintas debido a los desafíos a los que cada uno está sujeto. Por ejemplo, mi desafío de compatibilizar mi rol de madre con mis aspiraciones profesionales. Pero no creo que los estilos necesariamente estén vinculados a lo femenino y a lo masculino, más bien a las personalidades y formas de ejercer liderazgo. Hay liderazgos verticales y autoritarios tanto por parte de hombres como de mujeres.

"A ningún hombre en un directorio le gustaría que una mujer dejara en un acta que se ha hecho un comentario machista. Pero en sus determinaciones de contratación se nota que aún son conservadores, a pesar de que hay cada vez más mujeres capacitadas".

Sobre la baja participación femenina en cargos de responsabilidad, Sheryl Sandberg, directora de operaciones de facebook, dice en su libro que "es hora de enfrentar que nuestra revolución se ha quedado estancada". ¿Estás de acuerdo?

Susan Segal, presidenta del Council of America, lo decía el otro día en un encuentro con mujeres: en Estados Unidos hace tres años que el porcentaje de directoras está estancado en el 19 por ciento. Esas son las cifras. Pero si te detienes en los medios, hay cada vez más mujeres como fuentes de reportajes, entrevistas, canales financieros extranjeros. Mujeres especializadas opinando sobre temas políticos, públicos, financieros y empresariales. Hay por primera vez un relato de la actualidad construido también por mujeres. Otro indicador positivo: hoy en la Universidad de Columbia hay igual número de decanas que de decanos.

¿Qué responsabilidad les cabe a las mujeres en la falta de participación?

Inseguridad, culpa.., son tantas las barreras internas que una mujer puede levantar para no atreverse. Me pesaba especialmente al principio: me quedaba callada, luego pedía perdón por hacer tal pregunta y ahora llego y pregunto, como lo hace cualquier hombre. Pero, además, está en la ley que los directores de empresas debemos estar bien informados para tomar determinaciones.

El panorama ha cambiado para las mujeres y también para los hombres. ¿Cómo ves que están reaccionando ellos?

De manera cuidadosa en sus comentarios, porque a ningún hombre en un directorio le gustaría que una mujer dejara en un acta que se ha hecho un comentario machista o que le denunciara en la Dirección del Trabajo por discriminación. No se quejan porque es muy mal visto quejarse por un cambio como este. Pero en sus determinaciones de contratación se nota que aún son conservadores, a pesar de que hay cada vez más mujeres capacitadas. Es como el ejemplo de la Orquesta Sinfónica de Estados Unidos en los 70, con solo un 5 por ciento de mujeres. Se abrieron las audiciones ciegas, es decir, quienes elegían a los aspirantes no podían ver si quienes tocaban eran hombres o mujeres. Eso aumentó la incorporación de las mujeres que hoy llega al 40 por ciento.

En eventos empresariales se ven promotoras de mini y escote. ¿Qué te pasa con eso?

Me parece terrible. Llegas a eventos gremiales, donde hay cada vez más mujeres sentadas participando, pero la mayoría son promotoras vestidas para atraer a los hombres. Entiendo que son jóvenes haciendo un trabajo, con el que en muchos casos pagan sus estudios o aportan a sus familias. El problema no es de ellas, sino de quienes piensan en que deben vestirse de esa manera en un evento empresarial. Es una falta de respeto para todas las mujeres.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.