El mejor sexo

Rafaella di Girolamo es sicóloga y especialista en sexualidad y pareja. La hija mayor de la actriz Claudia di Girolamo escudriña en nuestra intimidad y advierte que lo mejor es la prevención: "¡Hay que hacer todo lo posible para que la gente no tire mal!"




Entró al mundo de la Sicología en un lugar duro: hizo la práctica en la cárcel de mujeres de Santiago. Allí aprendió la lección básica de todo terapeuta, especialmente sexual: que al entrar a la consulta se debe dejar todo el mundo personal fuera, para no enjuiciar a nadie. Absolutamente a nadie. "Atendí a una mujer presa por robo con intimidación y secuestro. Ella había sido abusada brutalmente por su hermano quien, además, era el padre de sus hijas. Era muy fuerte para mí ver cómo lo abrazaba cuando la iba ver. ¡Yo quería que no entrara, que lo metieran preso!". En lugar de eso, la sicóloga del Uniacc con postítulo en Sicoterapia Sexual y de Parejas, Rafaella Frigerio, le hizo una terapia y trabajó con su familia durante casi dos años, por mucho que le costara entrar a la casa de ese hombre.

Cuando Rafaella habla, se entrega, se mueve, gesticula. Cuando relata algún caso es como si actuara. Pienso que podría haber sido actriz, pero no se lo pregunto porque no hay ni un segundo en que ella se distraiga o se canse del tema de la sexualidad. Es intensa, divertida y, a la vez, rigurosa.

Tiene 32 años y desde hace un tiempo decidió usar el apellido de su madre, la actriz Claudia di Girolamo. "Para mí, ésa es mi familia", declara. Se hizo conocida este año por su participación como panelista de una sección de sexualidad en el matinal de TVN. Estuvo allí tres meses. "Pensé que me iba a costar, por el hecho de ser hija de quien soy, pero me sentí cómoda", dice y no profundiza en el terreno familiar. Eso sí, su madre aparece como una figura fuerte cuando habla de trabajo. "Soy hija del rigor. Mi mamá me enseñó que el trabajo es una disciplina que hay que respetar al máximo, porque te entregas al otro. A mí me encanta y lo paso súper bien haciendo terapia, pero no me olvido de que a mi consulta viene gente que lo está pasando mal", dice.

Hoy lleva cinco años dedicada al tema de pareja y sexualidad y es directora del equipo clínico del Centro de Integración Cognitivo Corporal (ICC), creado por la bióloga Carmen Cordero. Y está inscrita en un máster en Políticas Públicas, de la Universidad Adolfo Ibáñez, que dura dos años. Su sueño: volver a Gendarmería.

En ICC, situado en la calle Luis Pasteur, Rafaella tiene su consulta y, además, hace talleres de sexualidad. Ahí llegué una mañana a una casa con un jardín precioso. En su consulta, me senté en el sillón de dos cuerpos de los pacientes "Chuta, que está duro tu sillón", le comento. "¡Ah! Es que se rompió. Fue una pelea de una pareja, ella andaba con unos tacos enormes y como que se encaramó encima de él", me responde. Ya veo que esto se viene intenso.

La falta de deseo

¿En general, con qué problemas llega la gente cuando llega a tu consulta?

Con falta de deseo

¿Hombres y mujeres?

Sí, está súper equitativo.

¿No le pasa más a la mujer, como dice el mito?

Ahora se igualaron. Pero es más conflictivo para las mujeres que para los hombres ser rechazadas. Les genera ansiedad y angustia: "Estoy gorda", "estoy fea" y hacen millones de esfuerzos antes de llegar acá, a la consulta: gimnasio, masaje linfático, y si él todavía no quiere tirar, entonces creen que tiene amante. La verdad es que muchas veces él está pasando por un proceso en que no está caliente, porque en algún momento esa mujer dejó de parecerle atractiva. La mujer dice: "Pucha, pero si tengo trabajo y estoy súper empoderada". En ese momento yo le pregunto: ¿Pero cuál es tu gracia? ¿Qué estás aportando?

¿Y cuál es el aporte de la mujer hoy a la pareja?

Ahora los hombres hacen muchas cosas: cocinan, cuidan a los niños. Los roles se han ampliado, pero ellos tienen una capacidad distinta a las mujeres de focalizar. Cuando juegan fútbol, juegan fútbol; cuando están con los niños, están con los niños, por eso cuando tiran, tiran. Las mujeres están en la pega y están pensando en que no han pagado el dentista, están en el dentista y están pensando que no se han depilado. Y percibo que esta confusión de roles a la mujer, de alguna manera, le juega en contra. Aquí les enseño a concentrarse: hacemos horarios como en el colegio. De nueve a diez, computador; de diez a doce tal cosa; a las nueve, los niños acostados. Tienen que armar hábitos para que no se mezcle todo.

¿Con qué está relacionada la falta de deseo de los hombres?

El hombre tiene una forma de entregar cariño aprendida, que es desde su lado proveedor. Cuando la mujer equipara esa capacidad las cosas se vuelven difíciles para él: "¿Cómo la cuido si ella se puede cuidar sola, si se siente segura sola". A lo más le da un poco de plata, porque los hombres igual ganan más que las mujeres, pero ¿qué más? Ahí aparecen las amantes, que son mujeres que necesitan. Yo les digo a las mujeres: "¡Omite cosas! Haz que el otro se sienta necesario. ¡Sé más mina!"

¿Cómo se logra el cambio?

El hombre tiene que asumir que su mujer no va a cambiar su rol porque está empoderada y le ha costado mucho su pega. Entonces lo que tienen que hacer en conjunto es generar espacios de intimidad. Y eso es volver a la esencia: el encuentro en la intimidad es sólo pasarlo bien, no es ser más inteligente, ni más culto, ni más tonto ni menos tonto. Es soltar el control. Yo enseño eso. Los hombres tienen que generar un encuentro con su mujer y no enjuiciarla. En la cama no se puede enjuiciar. En la cama yo te hago cariño y tú me lo recibes ¡Eso es! Y eso nos lleva a excitarnos o a tener un encuentro sexual penetrativo o como sea, pero lo central es pasarlo bien un rato juntos, con el cuerpo funcionándonos. Lo importante es bajarle el perfil a que el sexo es penetrativo o que es por acá y por allá, porque es mucho más sencillo. Es como cuando una mujer dice "Tuve un sexo rico porque estábamos como apretaditos y nos movíamos exquisito y yo logré el orgasmo". Esa sexualidad no dura tres horas ni obliga a veinte mil poses, pero sí necesita de un encuentro donde no hay control, donde se pasa bien, porque mi cuerpo está conectado con el apego hacia el otro.

¿Y las mujeres por qué tienen falta de deseo?

Porque los hombres se ponen mamones! Ellas quieren que se las agarren en la cocina. ¿Entiendes cómo se empiezan a generar inconsecuencias? El hombre está más cariñoso, la toquetea y ella quiere que se la agarre en el baño, porque está tan histérica, tan trabajólica, que necesita un calmante, una sexualidad más invasiva. Y resulta que al hombre le han dicho por años que tiene que ser más cariñoso, más comprensivo y tocar más. Lo que pasa es que ahora no hay términos medios en una sexualidad donde a veces nos tocamos más, o a veces es más invasiva, porque para que existan los matices primero tengo que soltar el control de cómo me relaciono con el otro.

Entonces para hombres y mujeres la falta del deseo tiene que ver con el tema de los roles.

En principio sí, pero siempre aparecen otros temas no trabajados y que son importantes, como pena o rabia. Una vez traté a una mujer que fue golpeada en su primer matrimonio y que hoy tiene otro marido que es un encanto, pero cuando se enoja con él llega a los niveles de rabia que experimentaba con el primer marido cuando le pegaba. Nos quedamos con la última emoción que tenemos. Si hay un duelo no trabajado, ese duelo me queda marcado en el cuerpo. Entonces, en la consulta enseño a emocionar, a ver cómo esta emoción tenía que ver con una relación anterior o con otra persona.

Las mujeres somos más enrolladas.

Podemos serlo. Hay mujeres muy concretas, pero en general nos juega en contra la inseguridad. De ahí nace la necesidad de control que tenemos. La inseguridad nos genera confusión, porque cuando estoy segura suelto el control y me puedo relacionar bien, no sólo en el sexo con mi pareja, sino con mis amigas y con mis hijos.

¿A tus pacientes les enseñas posiciones?

Les abro otros espacios, porque la sexualidad, como ocurre en cualquier proceso creativo, en algún momento a uno se le corta y se anula. La creatividad no es espontánea. La sexualidad tampoco. Pero puedo trabajar para que sea espontánea. La sobreconducta hace la espontaneidad. Ésa es una frase que me encanta.

No entiendo…

La sobreconducta es hacer una conducta que se hace una y otra vez. A mi hijo le digo que escriba la "a" una y otra vez, porque sé que terminará por escribirla bien, pero tiene que hacerla muchas veces. Una pareja que no sabe comunicarse puede aprender las herramientas. Y hay que agendar: hacerse cariño, escucharse, jugar, ver qué te gusta o que no me gusta, hacer ejercicios…

Infidelidad

¿Qué está pasando con la infidelidad?

Las mujeres están mucho más infieles. Ha aumentado harto. Creo que tiene que ver con la inseguridad de la que hablamos. La mina llega a la oficina y un compañero de trabajo la jotea y le dice que es mina, que es independiente, justo todo lo que la inseguriza en la casa. Y más encima le dice que es rica, corte filete número uno. Listo: se fue a encamar, porque el amante la valida, la empodera.

¿Por qué somos infieles?

Por algo que nos falta, una carencia.

Pero a uno siempre le falta algo…

Tiene que ver con la inseguridad en la pareja. Puedo tener problemas, pero si mi pareja me acompaña, me apoya, me relajo con el otro.

¿La infidelidad ha dejado de romper matrimonios?

Noooo, la infidelidad es importante y es súper difícil perdonar. Mucho más para un hombre que para una mujer.

¿Piensas que la monogamia es sólo una construcción social?

El propósito de estar en pareja es estar tranquilo y tengo que ser honesta con quién me emparejo. Si yo no me siento cómoda en los primeros cinco años de pareja hay que ser sincera, porque se trata de estar tranquila. La monogamia, la pareja, es estar en calma.

Pero la calma no anula el deseo por otros.

El deseo por otro existe y las fantasías son buenas. Uno puede fantasear, yo creo que todas las parejas coquetean por ahí con alguien, pero eso no implica ir a encamarme con otra persona.

Lo encuentras válido.

La culpa de nuevo: si una mujer se arregla porque hay un gallo en la oficina que encuentra mino y se miran y nada más, fantástico. La chica anda más feliz y el marido la encuentra más rica y tira más con el marido. Si estoy tranquila con mi pareja puede aparecer un espacio para la fantasía, disfraces u otras cosas. Entonces puedo coquetear y saber que si me marido es guapo y sale lo van a mirar, pero que él mirará de vuelta y punto. Hay parejas que se cuentan eso, pero desde la tranquilidad, y se dan el espacio para fantasear, para reírse y para que las mujeres pongan a Brad Pitt de la pantalla del computador porque las hace relacionarse con un mundo bello y buena onda.

No crees que la gente le exige mucho a la pareja: que sea amante, guapo, que gane plata, que cocine, que sea buen padre…

Es demasiado. Por eso hay que bajar la exigencia, si no el otro se me va a caer muy rápido.

El otro no puede llenar todo.

No, qué agote. Muchas mujeres llegan quejándose. Dicen que llegan con pena, que quieren que su marido las acompañe y que él no las escucha. Pero lo que pasa es que el marido está chato de contenerla día por medio, porque ella anda depresiva. Entonces yo les digo que se hagan cargo ellas de su depresión.

¿Qué casos te han sorprendido en la consulta?

Me han llegado varias parejas de jóvenes Opus Dei que se quieren preparar para su primer encuentro sexual. Eso me ha sorprendido. Parejas vírgenes que tienen amigos que se han casado y que la mujer lo pasa mal en la cama, y no quieren que les pase a ellos.

¿Cómo los ayudas?

Se les enseña cómo funciona el cuerpo, dónde está el clítoris, pura biología… Les sugiero ejercicios y les aclaro que la penetración puede suceder en la medida en que los cuerpos se van excitando y conociendo más. No tiene que ser la primera noche.

Eres como enemiga de la penetración…

No es eso, lo que pasa es que está muy sobredimensionada y hay un error al creer que si me penetran me van a generar el placer al cual yo quiero llegar. Yo tengo que estar excitada para que la penetración arranque otras sensaciones.

¿Para los hombres también?

Ellos están educados para sobredimensionarla. Y ahí es cuando me dan un poco de pena los hombres, porque piensan que su aparato los va ayudar a solucionar todo y no. Entonces se van al otro polo y les hacen millones de masajes y cosas para excitar a las mujeres.

¿Estás diciendo que el sexo está sobredimensionado?

El sexo es mucho más sencillo y simple. La parafernalia es súper entretenida, pero para quienes tienen buena sexualidad. O como una herramienta de aprendizaje. Pero pasar de cero a veinte mil poses, no.

Nueva generación

¿Qué otros cambios en nuestra conducta sexual has visto?

En sexualidad se habla más y se demanda más, pero a veces se hace mal. "Lo paso mal contigo en la cama" se escucha mucho.

O sea que ahora hablamos, pero somos brutos…

Torpes. Hay que tener mucho cuidado con la sexualidad, porque es muy delicada. La gente demanda más a las parejas, pero en un espacio donde insegurizan al otro. Tengo una paciente que su novio le decía mientras estaban teniendo sexo: "¡Ya poh, muévete más! ¡Te movís muy poco!". Ella está con una inseguridad terrible, porque con su pololo anterior no había tenido este problema. Hay otras formas en que le puedo decir a mi mujer muévete más.

De no hablar pasamos a lo otro.

Somos extremistas. Todo o nada. Pero siento que se está abriendo un espacio. Hay una generación, la de los hijos de quienes fueron jóvenes en la época del Golpe de Estado y que hoy tienen entre 30 y 45 años. Ellos fueron criados en el miedo. Y el miedo coarta toda posibilidad de placer o goce. Es gente que fue educada muy protegida, porque siempre podía pasar algo. Es una generación a la que le ha costado emparejarse, son más exigentes, quieren más cosas, porque vienen criados en el miedo y se liberan pasadoa los 30 años, cuando empieza como un destape. Las relaciones de la gente menor de 30 años son mucho más comprometidas.

¿Son más sanos?

Más integrados, más dispuestos a conversar las cosas. A pedir. Hay algo más violento con la generación más cercana al Golpe, que es más agresiva y más pasional. La generación más chica llega y dice: "Lo estamos pasando mal en la cama". Los otros dicen: "¡Estoy hasta aquí con este hueón!"

Para más información: http://www.cognitivocorporal.cl/

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