Belén Morales, profesora y viajera: “La familia es tu contención cuando eres mamá primeriza”

Después de ocho años viviendo fuera, Belén Morales decidió volver a Chile. ¿La razón? Hace un año nació su primer hijo y no pudo soportar ejercer su maternidad sola, sin una red de contención que la ayudara. En Estados Unidos trabajaba en un colegio bilingüe a tiempo completo, un trabajo bien pagado que le permitía tener comodidades. Sin embargo —dice— nada de eso pudo compensar el dolor de ver a su hijo crecer lejos de una familia que le entregara su amor.




Hace ocho años Belén Morales (33) partió viajando por el mundo y hace tres comenzó a crear contenido de viaje en redes sociales (@beluviaja), donde acumula más de tres millones de seguidores entre Instagram y TikTok. Es profesora bilingüe y vivió en Australia, Alemania y Grecia antes de volver a Chile justo en pandemia. La mayoría de las fronteras de los países estaban cerradas y no admitían visas de trabajo, pero Estados Unidos sí, así que durante meses se dedicó a postular desde aquí a escuelas, hasta que le ofrecieron un puesto en un colegio bilingüe en Texas.

Se fue y desde allá siguió publicando sus videos que pronto se convirtieron en cápsulas en las que mostraba cosas simples del día a día en Estados Unidos. En ellas hubo algo que a sus seguidores chilenos le comenzó a llamar la atención: las compras del supermercado, el tour por su departamento o que tuviera acceso a un auto en tan poco tiempo. Y es que, a diferencia de lo que viven muchos latinos al llegar a Estados Unidos, Belén había encontrado un buen trabajo, con un sueldo que le permitía vivir cómoda. La decisión entonces fue dejar su vida nómade. Se proyectaba por mucho tiempo ahí.

Sin embargo, sus planes cambiaron cuando quedó embarazada y tuvo a su hijo Noah. En realidad cambiaron cuando su hijo cumplió un año, mismo día que tomó un avión y volvió a Chile.

“Mis planes al principio eran quedarme allá, porque el papá de mi hijo es estadounidense y vivía en Texas, pero en otra ciudad. Teníamos una relación buena que se fue desgastando, así que decidimos terminar cuando yo tenía siete meses de embarazo. Mi mamá viajó a acompañarme cuando se enteró que estaba embarazada. Esos meses juntas yo no necesitaba nada más, se me hizo mucho más llevadero porque tenía compañía, tenía a mi mamá, que era lo principal”, dice Belén.

Cuando su hijo cumplió cinco meses, junto a su mamá viajaron a Chile de sorpresa para que su familia lo conociera. Ahí lo vio por primera vez rodeado de sus primos, de sus tíos y el resto de su familia, una emoción que Belén no pudo ignorar. Después de unas semanas volvió a Estados Unidos sola con su hijo. Comenzó a buscar alguien que lo cuidara mientras ella trabajaba. “Los gastos de una sala cuna allá son mínimo de mil dólares, es decir, casi un millón de pesos. Encontré una que me agradó, hasta que un día fui de sorpresa y encontré a mi bebé desatendido, llorando en la cuna. Sentí mucho dolor como mamá al ver a mi primer hijo en el extranjero y sin mayor apoyo. Me puse a llorar y preferí buscar a una persona que lo cuidara”.

Si bien Belén podía costear a una cuidadora, su trabajo full time no le permitía pasar suficiente tiempo con su hijo y el sentimiento de estar lejos de su familia, sin ninguna red de apoyo, no paraba de dar vueltas en su cabeza. Tampoco la imagen de su hijo rodeado de su familia. “¿Y si me devuelvo a Chile y empiezo de nuevo?”, fue lo que se preguntó casi a diario por meses. Pero no fue hasta una noche en la que su hijo se enfermó grave que decidió que sus planes debían convertirse en acciones. “Le dio una fiebre muy fuerte. Colapsé y me puse a llorar porque no sabía qué hacer de la desesperación. Ahí supe que esto no podía continuar así, porque la familia es tu contención cuando eres mamá primeriza”, dice.

Después de ese episodio, vino a pasar las fiestas de fin de año a Chile donde confirmó el amor que su familia le entrega a su hijo y que, hasta ese momento, se estaba perdiendo. “Verlo rodeado de campo y de quienes lo aman me hizo darme cuenta que me sentía mucho más tranquila, así que tomé la decisión de volver a Estados Unidos para vender mis cosas, entregar todo y regresar. En realidad, perdí mucho dinero, pero no me importó nada”, cuenta Belén.

— Cuando quedaste embarazada sí te imaginaste criando a tu hijo en Estados Unidos, ¿la realidad de estar lejos de tu familia siendo mamá fue más dura que tus planes?

— Me replanteé qué estilo de vida le estaba dando a mi bebé lejos de su familia y lejos de mi apoyo. Cuando era sola, andaba viajando y solo me preocupaba de mí, pero ya con un bebé tus prioridades cambian totalmente porque ahora tu prioridad es él y para mí él lo es todo. Conocí gente preciosa, amigas que salían conmigo y mi hijo, compartíamos juntas, pero no confiaba en nadie para dejarlo encargado, menos en los tiempos de ahora. La única gente a la que le confío a mi hijo es a mi familia, a mi mamá, a mi hermana y a mi hermano, y ellos no estaban conmigo, entonces pensé en qué tipo de infancia le iba a dar a mi hijo.

— ¿En el camino te cuestionaste la decisión de dejar todo lo que habías conseguido para volver a Chile? Muchas personas en tus videos te preguntaban por qué volver si allá estabas cómoda, por lo que se veía en tus redes.

— Allá te dan tres meses de postnatal, pero sin pago, y yo solo me tomé un mes y medio para estar con mi hijo. Muchas mujeres en Estados Unidos vuelven al trabajo después de ese mes y medio, porque vivir sin sueldo allá un mes ya es complicadísimo, imagínate estar tres meses sin ingresos en un país en el que los gastos son enormes. Me di cuenta de que el poder adquisitivo que tuve allá, de tener un auto y todo lo demás, también era algo que lo podía conseguir en mi país. Al final a uno lo que le cuesta es moverse de su zona de confort: pasar de tenerlo todo a empezar desde cero. Pero salir de la zona de confort es lo que me ayudó a vivir en otros países por tanto tiempo.

— ¿Dirías que seguiste tus instintos?

— Mi reflexión va a sonar muy filosófica quizá, pero creo que cuando uno siente una cierta incomodidad y tienes una idea de querer hacer algo porque ya no estás conforme ni feliz, es mejor seguir tus instintos. Cuando vivía en Estados Unidos me sentaba a pensar qué estaba haciendo ahí con mi hijo. No me siento mal por haber dejado algo allá, porque lo que conseguí al volver aquí es mucho más grande que lo que tenía, y es una red de apoyo, que es un respaldo enorme. Por ejemplo, el otro día le tuve que poner la vacuna del año a mi hijo. Eran tres pinchazos y mientras yo hablaba con la enfermera, mi mamá salió con él para que se tranquilizara, porque a mí todavía me afecta verlo así en algunas situaciones. Y eso yo no lo tenía allá en Estados Unidos. Sé que mi bebé va a estar seguro y tranquilo con mi familia.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.