Mi amiga fue abusada: ¿cómo actuar para no empeorar las cosas?




Corría 2019, en pleno movimiento #MeToo, cuando a Cecilia le empezaron a llegar varios mensajes a su Whatsapp de parte de sus amigas del colegio. Con muchas no hablaba hace meses.

Tienes todo nuestro apoyo. Haremos que las pague. Eres una valiente. Debemos hacer lo que sea para que ninguna mujer vuelva a pasar por esto, eran algunos de los mensajes que leía. El relato de su experiencia como víctima de abuso físico de un ex novio se expandía y en ella solo crecía un sentimiento: arrepentimiento.

Después de algunos años en terapia tras haber por fin terminado una relación que ella sabía en privado que era tóxica, había decidido hablar sobre sus vivencias con sus amigas más cercanas. Por años había sentido culpa y vergüenza, por lo que optó por el silencio. Los meses que le siguieron a esa conversación sincera con sus más cercanas, dice que fueron quizás más duros que aquellos donde experimentó el abuso del que había sido víctima. El rumor se expandió y a las preguntas de por qué no había hablado en el mismísimo momento en que ocurrió, le siguió una funa orquestada por una de ellas a su ex que se apoderó de las redes sociales y donde se expuso no solo al abusador, sobre todo a ella como víctima.

Lo que algunas de sus amigas decidieron hacer con la idea de ayudarla, hacer justicia y que nunca más nadie pasara por lo mismo, le hicieron revivir cada momento. Le dolió, se avergonzó, se arrepintió de haberlo contado. Se alejó aún más del mundo y lloró de culpa, de rabia, de vergüenza. Además de los mensajes de apoyo de muchas mujeres, muchas otras dudaron de su relato. Le dijeron que años después se estaba aprovechando de un momento histórico en el que acusar a otros de abuso se había vuelto un “deporte” sin ninguna sanción. Para ella, su realidad no podía estar más lejos de eso, pero aún así dudó de haberlo hecho público, porque el costo en su salud mental fue grande, dice.

Cómo actuar ante una sospecha

Expresar que se está siendo víctima de un abuso es difícil. La experiencia, aun cuando haya pasado hace un día o hace años, conlleva la mayoría de las veces sentimientos de culpa, vergüenza y silencio. Por tanto, el rol de las amigas -o cualquier persona que actúe como testigo de un relato así- es fundamental.

Pero, ¿cómo actuar cuando se sospecha que una amiga está siendo víctima de abuso? Consuelo Navarro, psicóloga especializada en estudios de género de @grupoclinicosur, indica que siempre dependerá de la situación, del tipo de sospecha y de la cercanía que tengamos con esa amiga o de lo que creemos que puede estar necesitando. No obstante, una cosa importante para saber cómo actuar, es diferenciar si el abuso ocurre dentro de una relación de pareja, o si es por parte de un familiar o de una persona desconocida. Además, indica, hay que tener en cuenta que las situaciones de abuso muchas veces generan múltiples experiencias en las víctimas, y que por ejemplo en el caso de relaciones de pareja, el abuso muchas veces es posible que esté naturalizado, que no se le signifique como tal o que la víctima de sienta responsable de lo ocurrido.

La profesional explica que, en su experiencia clínica, suele ser menos complejo para las víctimas significar el abuso como tal cuando se trata de desconocidos. “Si bien los elementos contextuales pueden hacer que se sientan responsables (por ejemplo, “es que estaba borracha” o “yo decidí irme con él”), culpables (“quizás no fui clara al decir que no quería”), avergonzadas (“no quiero que nadie sepa”), con temor (“él puede enojarse y hacerme algo”), la mayoría de las veces las víctimas son capaces de reconocer los elementos abusivos y tienen menos argumentos para justificarlos”, explica. En cambio, en casos en que abuso sexual ha sido perpetrado por personas conocidas, familiares o la pareja, el reconocimiento del abuso y su elaboración suele tornarse más compleja. Dicho esto, Navarro aclara que según sea el caso, la forma de actuar es distinta.

Andrea Cid, psicóloga de Integramédica, indica que ante una sospecha de abuso se debe demostrar la disposición a escuchar y ayudar, pero también se debe incitar a buscar ayuda profesional o de algún cercano. Otra cosa fundamental es hablar de todo esto en privado, sin exponer a la eventual víctima frente a otras amistades.

Navarro señala también que otra cosa que podría ayudar sería tener en consideración los elementos que generan la sospecha de abuso, porque podrían ser la puerta de entrada para abordar el tema con la víctima. Por ejemplo, si hemos visto que nuestra amiga está más aislada o más rabiosa, o hemos sido testigos de interacciones inadecuadas o sospechosas, podemos generar un contexto de confianza para preguntarle a la potencial víctima al respecto, expresarle nuestra preocupación por su bienestar y el genuino interés de escucharla y apoyarla. Esto podría ser el puntapié inicial para develar un eventual abuso, aunque si esto no ocurre en una primera aproximación, el llamado es a la calma y a respetar los tiempos de la víctima, evitando que se sienta presionada y que nos descarte como un apoyo posible, señala.

¿Qué hacer y qué evitar ante una dinámica de abuso?

Primero que nada, se debe tener en cuenta que cualquier develación por parte de una víctima de un abuso, nos convierte inmediatamente en testigos del caso. Dicho eso, cuando como amigas nos cuentan que han sido víctimas de alguna dinámica de abuso, hay ciertas cosas que los especialistas recomiendan hacer y otras que no.

Andrea Cid, de Integramédica, recomienda evitar dar consejos según la propia experiencia o la de otros, diciendo por ejemplo “a mí me pasó esto”, o a esta otra persona le paso esto otro. Así tampoco sugerir cosas como “no le cuentes a nadie” o “págale con la misma moneda”. También, dice, no se debe ignorar el problema y menos juzgar ni criticar a la persona por seguir en la relación, dado que con esto se logrará que la amiga no le cuente nada más y mantenga en secreto cualquier dinámica de abuso.

Para Navarro, de @grupoclinicosur, una de las cosas que las víctimas de abuso más temen es que no les crean o que las culpen por lo vivido, por lo que sería fundamental transmitir a la amiga que le creemos, y que estamos dispuestas a ayudar y apoyar. “Es necesario asegurarle que no es culpable ni responsable de lo que le pasó, que nada de lo que ella haya hecho, dicho u omitido es explicación ni justificación del abuso sufrido”, dice. Asimismo, sugiere nunca dar por sentado lo que la víctima necesita y ofrecer ayuda no solo emocional, sino también concreta, como podría ser el ofrecer un lugar para dormir en caso de que se considere insegura, o apoyo para hacer la denuncia si la víctima así lo tiene decidido.

Otro aspecto importante sería aclararle a la víctima que, aunque no podemos apurar sus tiempos, no coludiremos con el secreto y el silencio del abuso. “Debemos transmitir que el abuso debe abrirse en algún momento, cuando se sienta lista y, sobre todo, segura”.

La psicóloga sugiere también nunca poner en duda la experiencia de abuso o relativizarla, y menos pedir un relato detallado de la experiencia si la víctima no está lista o no quiere compartirlos. Asimismo, nunca se debe cuestionar por qué no develó antes el abuso ni asumir que la víctima podría haberse defendido.

En síntesis, ante una dinámica de abuso, como amiga debemos ser sumamente cuidadosas en qué decir y qué no, y hacer cada acción conscientes de lo que podría significar.

Cuando la sororidad lleva a la revictimización

Así como le ocurrió a Cecilia años atrás, hay cada vez más casos de amigas o compañeras de víctimas de abuso que, en un afán de apoyarlas o protegerlas, emprenden diferentes acciones que no siempre terminan siendo positivas para la víctima.

Navarro indica que en su experiencia le ha tocado ver casos de personas que hacen funas en contra del abuso incluso sin el consentimiento de la propia víctima y aún cuando las funas suelen implicar la identificación del agresor junto a relatos detallados del abuso y la identificación de la víctima o elementos que podrían hacerla reconocible. “El contacto con el relato suele ser tremendamente revictimazante para las víctimas, además de generar sentimientos de temor, culpa, vergüenza y angustia por la posibilidad de que del relato pueda desprenderse su identidad y que sean juzgadas socialmente o en su círculo cercano”, sostiene.

Muchas víctimas de abuso también se sienten presionadas por sus amigas o por otras mujeres a denunciar o a funar bajo el argumento de que es la única manera de evitar que esto le vuelva a pasar a alguien más, dice la psicóloga. “Aunque es cierto que una denuncia puede evitar que un abusador abuse de nuevo, es importante entender la presión que esto supone para la víctima, quien ya tiene que lidiar con experiencias y emociones complejas”, agrega.

Andrea Cid señala que conductas como estas no se recomiendan porque suelen dejar expuesta a la víctima, lo que puede generar más daño, además de un riesgo legal. “El hecho de hacer público un tema tan delicado y privado para la víctima, puede generarle un mayor trauma y arrepentimiento de haberlo contado”, dice.

Navarro dice que es “fundamental que no pasemos por sobre la víctima ni lo que ella necesita en nuestro afán de hacer justicia y evitar que este tipo de situaciones siga ocurriendo”, indica.

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