Cómo domar a un hijo regodeón

El doctor Benny Kerzner es un conocido pediatra y gastroenterólogo en Estados Unidos que ideó un particular método para tratar mañas infantiles en el que la solución pasa por tratar a los niños pero también a sus padres, cuya actitud es fundamental a la hora de alimentar. Aquí, explica por qué forzar a un niño a comer, al punto de que le den arcadas, causa más daño que permitirle que rechace algún alimento.




Paula 1144. Sábado 29 de marzo de 2014.

Son las 11:00 de la mañana y el olor a acelga sale de la olla y llega a la pieza de los niños, que comienzan a hacer muecas. Dos horas más tarde, cuando se sientan a la mesa a almorzar, la respuesta es automática apenas aparece frente a ellos un plato con un budín de acelga. "No me gusta", dicen los niños. Es ahí cuando la crisis familiar detona, porque la madre quiere que sus hijos coman más verduras y los niños se niegan. ¿No es esta la realidad con la que lidia una gran mayoría de las madres?

Benny Kerzner, pediatra gastroenterólogo que trabaja en el National Medical Center en Washington DC, escucha a diario situaciones así en su consulta. Nacido en Sudáfrica, donde vio de cerca casos de desnutrición infantil, trabajó en el Children's National Health System, en Washington DC, atendiendo niños con obesidad mórbida, lo que lo llevó a entender los problemas nutricionales infantiles. Fue así como creó un método para detectar y combatir problemas de alimentación en niños; se llama IMFeD por su sigla en inglés: Identification and Management of Feeding Difficulties. El método tiene un enfoque integral y multidisciplinario –combina elementos de siquiatría, sicología, nutrición y pediatría– y en Chile es seguido por algunos pediatras, entre ellos la doctora Paulina Bravo, que trabaja en el Inta y la doctora Ximena Vásquez, de la Clínica Indisa.

Lo novedoso del método es que, a diferencia del enfoque tradicional, Kerzner trata a todo tipo de niños, sin importar si comprometen peso y talla por su mala alimentación; es decir, se encarga de los infantes mañosos, ansiosos o muy selectivos en sus alimentos, aun si no están desnutridos. Y trabaja en conjunto con los padres ya que, asegura, ambos son los responsables de solucionar el problema. "La clave es clasificar tanto a padres como a niños", asegura.

¿Cómo influyen los padres en la alimentación de los hijos?

Alimentarse es una relación entre el alimentador y el niño. La conducta de los padres es fundamental para el problema de la alimentación, que se genera en la mala interacción entre ambos elementos. Por ejemplo, si el niño se resiste a comer y el padre intenta cada vez más duramente que coma, ahí hay un problema. Por eso clasificamos tanto a los niños como a los padres. Los alimentadores se pueden dividir en varias categorías importantes: el padre que alimenta adecuada y responsablemente ya que responde a las señales del niño. El que obliga a comer, independiente de las señales del niño; a este lo hemos denominado el padre controlador. También está el padre indulgente o permisivo que, por ahorrarse el problema, le da al niño todo lo que quiere. Este caso es típico de los padres que trabajan y, como no están en todo el día con el niño, se quieren evitar el problema y no le prohíben nada. Por último están los padres negligentes, que no les importa si los niños comen o no; esos padres sirven el plato de comida y se desligan del tema.

Una queja común de las madres con hijos de edad escolar es que comen pocas verduras. ¿Cómo se puede incentivar a los niños a comer acelgas, brócolis, berenjenas?

Como doctor puedo afirmar que los niños rechazan más cosas de las que aceptan, pero es normal por la edad. Si el niño se ve bien pero está perdiendo el peso o pierde energía o se le cae el cabello, quizás estamos en un problema grave, pero si el niño está sano no hay que preocuparse de que rechace algunos alimentos. Ahora bien, si le das brócoli y hace arcadas y quiere vomitar, no le des el brócoli. Es más peligroso forzar al niño a la arcada para darle el vegetal a que no coma algunas verduras. Mi consejo es que hay que ir engañando un poco al niño, ser más inteligente. Por ejemplo, este niño no come ningún alimento verde, pero come tomates y pimientos, entonces empiezas a añadir a su sopa de tomates un poquito de brócoli, lo más imperceptible posible. Si lo pones como ensalada y al niño no le gusta el brócoli, no conviene forzarlo a comer. La intrusión causa preocupación en el niño y rechazo a la comida. Lo más importante es que los padres aprendan a controlarse a sí mismos y no presionen al niño. Se puede transformar los gustos del niño pero sutilmente, a medida que vaya asimilando el sabor, luego no será tan difícil que él coma el alimento porque no es un sabor desconocido.

"Si un niño que es sano se resiste, por ejemplo, a comer brócoli y la madre lo fuerza duramente a que se lo coma al punto de la arcada, ahí hay un problema. porque esa madre está creando en su hijo un rechazo a la comida. es importante que los padres se controlen a sí mismos y no presionen al niño a comer".

Uno de los aspectos novedosos de su método es que entrega cierto margen de elección a los niños y propone que los padres hagan ciertos acuerdos con ellos.

Es cierto. Nosotros hablamos de "la regla de las tres W". Es decir, los padres deciden dónde comer (where); cuándo (when) y qué comer (what). Pero el niño decide cuánto y es un contrato entre ambos. Es decir, el padre no se mete en la cantidad de comida y el niño no decide dónde, cuándo y qué se come. La porción correcta y justa es la que el niño come, porque él es quien decide cuánto comer.

¿Cómo pueden fomentar los padres el apetito en un niño que no suele tener mucha hambre?

Hay que tener tiempo entre comidas y periodos sin comida. Es necesario crear en los niños el apetito suficiente para que quieran comer a la hora del almuerzo o cena. Seguramente, si ha estado picoteando golosinas y chocolates cuando le sirvan un plato de arroz con carne no tendrá apetito. Las personas que llevan la comida en la casa son los padres, entonces es fundamental ser responsables y cuidar la alimentación que, como todos sabemos, es importante que sea adecuada y saludable: con muchas frutas, verduras, cereales, proteínas.

¿Es apropiado poner a dieta a un niño?

Nunca es bueno tener que restringir a un niño del alimento. En el caso de los niños obesos lo peor que una madre puede hacer es restringirle la comida, lo único que hay que hacer es cambiar su tipo de alimentación. Cuando se restringe al niño es un problema, de hecho, muchos de los principios que se aplican a los niños que tienen un peso normal, son los mismos que se aplican a los niños con sobrepeso: alimentarlos con comida casera, no procesada, darles frutas y verduras. Si quieren repetirse un plato de lentejas, hay que permitírselos porque es comida saludable. Y es mejor que coma más lentejas a que quede con hambre y después de almuerzo busque una galleta o un helado.

Foto: Sebastián Utreras

"Es muy sorprendente la cantidad de madres que llegan a mi consulta diciendo que su hijo solo se alimenta de galletas y chocolates. A ellas les pregunto: ¿dónde los consiguen? Son los padres los que compran lo que se come en la casa".

¿Qué pasa con los niños que son ansiosos y quieren comer todo el tiempo?

Una precisión: el niño solo puede comer las cosas que los padres compran y llevan a casa. Si hay solo frutas, un niño ansioso solo tendrá acceso a comer manzanas, peras y naranjas. Así que el primer consejo para los padres es que compren comida saludable. Es muy sorprendente la gran cantidad de madres que llegan a mi consulta diciendo que su hijo solo se alimenta de las galletas y chocolates. A ellas les pregunto: ¿dónde los consiguen? La moraleja de esto es que no hay que intentar imponerle al niño reglas que los padres no siguen. Si los padres comen galletas y hay muchos paquetes en la despensa al alcance del niño, bueno, no hay que extrañarse que coma galletas. Por otro lado, la ansiedad se puede combatir con salidas al parque, con deporte. Los niños necesitan moverse, correr, jugar.

Es decir, si los padres quieren que su hijo coma más verduras, toda la familia debería comerlas.

No es justo que el niño coma un budín de acelga y el padre coma papas fritas. Si los padres quieren que los niños tengan una dieta variada y saludable, toda la familia debería seguir la misma dieta. No solo el niño.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.