Boom poético

La ensalzada poesía chilena parece confluir en un valioso y variado estallido editorial: mientras se espera la segunda parte de las Obras completas de Nicanor Parra, queda el estruendo del enorme libro Zurita. Entretanto, aparecen nuevas publicaciones de Matías Rivas, Gladys González y varios poetas más. De lo brevísimo a lo monumental, hay harto para escoger.




Poetisas

Vidrio molido, Gladys González (La Calabaza del Diablo). Esta poeta de 30 años, que se ha ligado al espíritu punk al feminismo, publica la recopilación de sus tres últimos libros, Aire quemado, Gran Avenida y Hospicio, todos escritos en una lengua radical. La rabia ante la vida cotidiana sin esperanzas, ante una ciudad y ciudadanía cruelmente indiferente, se afirma en una intimidad feroz, llena de vidrio molido: " yo soy un monstruo/ y esta selva/ de boxeadores viejos/ es mi jardín secreto/ y mi familia", dice uno de los nueve poemas que componen el breve y contundente último poemario.

Señoras del buen morir, Adriana Valdés (Orjikh). Después de una primera versión de 25 ejemplares hecha a mano por la cuidadosa editorial Orjikh, el primer libro de poesía de esta destacada ensayista chilena llega a librerías en una edición acorde con la intimidad y lento trabajo de la autora que rescata la tradición del ars moriendi de fines de la Edad Media. Como si una sonrisa extraña culminara el pensamiento sobre la extinción, sintetiza: "Ante la muerte/ Todos seremos doncellas".

Poetas

Un muerto equivocado, Matías Rivas (Tácitas). "¿Qué importa quién habla?", dice el epígrafe de este segundo libro de Rivas –célebre editor y columnista-, que no publicaba hace más de diez años, y que despliega una insoslayable poética hardcore del odio y el amor para internarse en un lenguaje inquietante. Podrían ser torturadores o torturados, sicópatas o melancólicos: las voces de la mitad de estos poemas articulan una violencia prodigiosa; en la otra mitad aparece una ternura desolada.

Colonos, Leonardo Sanhueza (Cuneta). Después del unánimemente celebrado libro La ley de Snell ( Tácitas, 2010), el poeta, traductor (de Catulo, nada menos) y columnista de Las Últimas Noticias llega con una fascinante poesía narrativa que da cuenta de las vidas nimias y azarosas de colonos llegados al sur de Chile. Al modo de la Antología de Spoon River, de E. Lee Masters, Sanhueza recrea existencias perdidas del siglo XIX, con una intimidad que sobrecoge por su esfuerzo, horror y desdicha.

Mujeres mapuche

En esta Antología poética de Mujeres Mapuche (LOM) hay hermosas canciones de comienzos del siglo XX que parecen la fuente directa de Violeta Parra -"Una patada me dieron los págaros,/ me han roto una costilla./ Mientras dormía, me mordió un ratón: / tengo hinchada la mano"–; luego está el grupo de poetas más conocidas que publicaron en los 70 y 80, como Graciela Huinao, para llegar a los textos actuales, donde no falta la experimentación de jóvenes como Mariela Malhue, o los hermosos versos de Maribel Mora. Esta última, junto a Fernanda Moraga, se encargó de la edición y selección de las poetisas, que incluye a 35 autoras de Chile y Argentina representativas, en distintos momentos históricos, del ül o canto poético mapuche. Todos los poemas están traducidos al mapudungun.

Maestros

-Nicanor Parra. Obras Completas II (Galaxia Gutenberg): la segunda parte de la compilación reunida en Barcelona por el crítico Ignacio Echevarría comienza con el alucinante texto Sermones y prédicas del Cristo del Elqui, sigue con sus textos más políticos, y termina con sus ultimísimos poemas, agrupados bajo el título Calcetines guachos, que incluye "Diálogos con la madre muerta". Mil doscientas páginas infaltables para tener a todo el gran libertador de la poesía chilena. Llega a fin de mes, para la Feria del Libro de Santiago.

-Zurita (Ediciones UDP): el libro se llama como el poeta porque ya no hay diferencia entre el arte y la vida, entre la geografía que recorre y las voces que articula y encuentra. Este libro enorme, sin duda el más importante del año, culmina la obra de Raúl Zurita, quien desde los 70 ha estremecido con una urgencia existencial y política que aquí lleva a su apoteosis, como si armara una habitación eterna donde configurar la traumática historia personal y colectiva que comienza en 1973 y sigue. Ya está en librerías.

Además de los libros señalados, vale la pena fijarse en los duros poemas cotidiandos Amarillo Crepúsculo, de Andrés Anwandter (La Calabaza del Diablo); en La Sátira de Sumario, de Cristóbal Joannon (Tácitas); en Los versos íntimos de la Virgen de las Antenas y en Gotas sobre loza de Carmen García (Cuarto propio).

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