Delirios acrílicos

Tapices ornamentales, telas estampadas, retazos de jeans, fotografías de libros, páginas de calendarios: el artista Germán Tagle experimenta con diversos soportes, superponiendo a los patrones de fondo sus fantasmagóricas escenas. En su última producción –en el MAC de Valdivia hasta el 28 de marzo– incluye trozos de estructuras arquitectónicas que aparecen como residuos de una devastación.




Paula 1139. Sábado 18 de enero de 2014.

Tapices ornamentales, telas estampadas, retazos de jeans, fotografías de libros, páginas de calendarios: el artista Germán Tagle experimenta con diversos soportes, superponiendo a los patrones de fondo sus fantasmagóricas escenas. En su última producción –en el MAC de Valdivia hasta el 28 de marzo– incluye trozos de estructuras arquitectónicas que aparecen como residuos de una devastación.

Entre la ruina y la euforia. Así rotula Germán Tagle (37) su última serie de obras, donde incorpora esténciles que representan emblemáticos edificios y elementos urbanos, pero que aparecen al borde de la ruina o de la inutilidad.

Tras diez años exponiendo (mayoritariamente en Nueva York, donde estuvo hasta 2010), Tagle ha consolidado un lenguaje pictórico propio que se reconoce por la permanente exploración. No solo utiliza, sin ningún prejuicio, soportes híbridos, sino que también confronta diversos códigos visuales. Su pintura reúne en un mismo espacio imágenes que proceden de distintas fuentes impresas, las que acumula en sus cuadros con desparpajo iconoclasta, pero también con mucho oficio. Sobre el cuadro los motivos pueden mimetizarse, disputar protagonismos, ocultarse o aparecer como intrusas presencias que han sido trasplantadas a una película incoherente.

Características son sus escenas de atmósfera sicodélica y audaz colorido, que oscilan entre lo familiar y lo fantástico, desobedeciendo a la lógica racional y a la clásica representación del espacio. No hay jerarquías, no hay perspectivas, sino citas, retazos de los distintos paisajes que alguna vez hemos avizorado, imaginado o soñado. Obras que también cuestionan los límites entre abstracción y figuración, pues Tagle maneja con destreza recursos pictóricos como el trazo, la mancha, la forma y el color (que refieren a una especie de abstracción expresionista), pero siempre deja que se cuelen en el cuadro elementos figurativos, que disparan su energía dentro del vertiginoso campo de imágenes.

En Entre la ruina y la euforia Tagle ostenta un trazo más arrojado y una imaginación más desbordada, develando la actitud de un artista que no le tiene miedo a la pintura y que se reinventa siempre sin por ello perder identidad. Pero también, un artista que declara, sin culpa, el placer del oficio. Porque, más allá o más acá de sus cuestionamientos, no puede ni quiere evitar que sus pinturas resulten pasionales, sensuales y, extrañamente, bellas.

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