El rescate de Dinora Doudtchitzky en el MAC

Pieza clave en el desarrollo del arte en Chile, hasta el 12 de agosto se estarán exponiendo 19 pinturas y 95 grabados de la artista ucraniano-chilena en el Museo de Arte Contemporáneo, como una forma de reivindicar su memoria y aporte al patrimonio artístico.




Paula 1099 , Sabado 7 de julio de 2012

Pieza clave en el desarrollo del arte en Chile, hasta el 12 de agosto se estarán exponiendo 19 pinturas y 95 grabados de la artista ucraniano-chilena en el Museo de Arte Contemporáneo, como una forma de reivindicar su memoria y aporte al patrimonio artístico.

Tocaba flauta y practicaba danza, pero su fuerte era el dibujo, la pintura y, en especial, el grabado. La vida de la artista Dinora Doudtchitzky (1914–2004) fue tan polifacética como los lugares donde vivió: se estableció en Chile en 1939, tras haber vivido quince años en Argentina, donde llegó con su familia escapando de los estragos de la Primera Guerra Mundial desde Odesa, su ciudad natal, en Ucrania. Pese a que ganó varios premios, participó en exposiciones en Chile y en el extranjero y fue profesora de Arte en la Universidad Católica, su trabajo e influencia en el arte chileno es aún desconocido por muchos. Por eso, el MAC, con el apoyo de Fundación Itaú y de su hija, Silvia Quiroga, se embarcó hace más de un año en la misión de rescatar y restaurar sus obras. El trabajo derivó en la muestra El imaginario persistente, una retrospectiva con 95 grabados y 19 pinturas, la mayoría nunca antes expuestas, que se exhiben en el MAC del Parque Forestal, de forma paralela a una exposición complementaria en el Espacio ArteAbierto de la Fundación Itaú (Apoquindo 3457).

Grabadista

con Antúnez Ya instalada en Santiago Dinora Doudtchitzky estudió Bellas Artes en la Universidad de Chile y conoció al crítico de música Daniel Quiroga, con quien estuvo casada 60 años y tuvo a su única hija, Silvia. Nacionalizada chilena, desde 1957 integró el Taller 99, fundado por Nemesio Antúnez, epicentro del grabado en Chile. Entonces se convirtió en el brazo derecho del artista y dejó sus pinturas de retratos femeninos por el grabado a buril y agua tinta, además de especializarse en la técnica de Hayter que Antúnez aprendió en Nueva York y que consiste en obtener varios colores en un grabado a través de una sola impresión.

Sus primeros grabados se inspiraron en el cosmos; luego, abordó otras temáticas en torno a la urbe: algunos de sus trabajos evocan la planimetría de Santiago y otros rememoran su infancia en Odesa, uno de los principales puertos de Ucrania.

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