Escribir sobre el padre

El periodista Patricio Jara, autor de narraciones basadas en hechos históricos como Prat y Quemar un pueblo, escribe su novela más personal, Geología de un planeta desierto (Alfaguara), en la que indaga en la muerte y ausencia de su propio padre.




Paula 1123. Sábado 8 de junio 2013.

El periodista Patricio Jara, autor de narraciones basadas en hechos históricos como Prat y Quemar un pueblo, escribe su novela más personal, Geología de un planeta desierto (Alfaguara), en la que indaga en la muerte y ausencia de su propio padre.

El misterio de la tierra, sus grietas y terremotos, de las fuerzas enormes que la modifican sutil pero radicalmente, se une al enigma de los afectos, de la infancia y de la historia que forma a una persona, en este caso un joven geólogo que se reencuentra con su padre. La nueva novela de Patricio Jara, con ritmo cotidiano y vivas escenas en el desierto y Antofagasta, explora esa conjunción, que se parece mucho a su propia historia.

Tu novela comienza con un padre que regresa desde la muerte, y parece seguir un aprendizaje para saber perderlo.

Hay una frase que he leído muchas veces y que me hizo sentido durante la escritura: "Recordar algo no es lo mismo que entenderlo". Al final la escritura es siempre un intento en esta clase de temas. Con mi papá estoy absolutamente en paz, el problema es que siempre lo echo de menos, más aún ahora que también soy papá. Quizás esta novela es para echarlo de menos mejor.

Tus novelas anteriores son investigativas, y ahora es tu experiencia la que se puso en juego. ¿Cómo sufriste este cambio narrativo?

Comencé a trabajar en esta novela en 2005, primero como el relato de un geólogo que habla de su trabajo sin ser necesariamente un personaje. Fue un proceso paralelo a los otros libros que escribí y publiqué en ese lapso (El exceso, Prat, Quemar un pueblo). Y así comenzó a aparecer una historia, una casa, una familia y, sobre todo, un padre. El cambio ocurrió cuando noté que había mucho de mi historia y supuse que se podría convertir en novela. Ya había escrito cinco libros en que el fuerte era la investigación histórica y, pese a que sigo escribiendo en esa línea, acá me sentí como un autor realmente inédito, al punto de que redacté la novela a mano. Yo no le creía a la gente que dice escribir a mano, menos a los que dicen trabajar en cafés, bares, aeropuertos, bibliotecas públicas. Bueno, todo eso fue necesario para sacar adelante la novela.

"Hay algunas preguntas que nadie tiene derecho a hacer. Y menos los hijos", dice un personaje en tu libro. ¿Cuáles son esas preguntas que quedan guardadas, pero necesitan hacer los hijos?

Creo que esas preguntas tienen que ver con cuánta debilidad puedes mostrar al responderlas. Mi hija mayor, le tiene miedo a los perros, y yo a veces también, y se lo dije. Quedó impactada, pero sabe que solo uno de los dos puede tener miedo si nos encontramos con un quiltro. ¿En qué momento te das cuenta de que tus papás realmente te quieren? ¿Cuándo te pagan el colegio? Yo me di cuenta que mi viejo me quería una vez que comencé a gritar porque el agua de la ducha salía hirviendo y él llegó y se quemó por mí para cerrar la llave.

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