"Cuando empecé a hacer nail art nunca había limado uñas"

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Estudié Diseño y egresé el 2012, especializándome en diseño de información y tipografía. Trabajé en eso un par de años, como asistente, y entre medio empecé a conocer el mundo del nail art, que más allá de una manicure consiste en hacer dibujos en las uñas. Conocí el rubro durante un viaje a Londres, cuando fui al salón Wah, dónde ni siquiera te hacen las manos, tienes que llegar con las uñas listas y sólo te las pintan y te hacen el diseño que quieras, y pensé: yo también puedo hacer esto.

Mis amigos siempre me vieron motivada así que conté con su apoyo desde el principio, al igual que con el de mi papá. Sé que en ese entonces dedicarse a hacer las manos no parecía un oficio convencional, de hecho, yo lo vi como un pasatiempo al principio, pero creo que ya está más profesionalizado y siento que fui una de las precursoras que ayudó a que esto pasara.

Empecé haciendo nail art como hobby, post trabajo. Mi primera clienta se llama Fernanda, la fui a atender a su casa y se hizo un mix de palmeras, flamencos y diamantes. Fue mi clienta durante un tiempo, me acuerdo de ella y sé que me sigue en Instagram.

A los meses me asocié con Vivi, la peluquera de Mano de Gato, que me prestó un rincón en su salón donde yo iba con mi mesa plegable y hacía dibujos. Recuerdo que como para mí esto seguía siendo un pasatiempo, un extra a mi sueldo, la primera vez que atendí a varias personas me fui a comprar unas zapatillas con esa plata.

Cuando llevaba casi un año decidí dejar mi otro trabajo porque tenía mucha demanda, y dedicarme a esto ciento por ciento. También hice un curso de manicure para poder ofrecer ese servicio adicional. La verdad es que cuando empecé con esto nunca había limado uñas, y creo que varias manicuristas me odiaron por eso. En ese entonces prácticamente nadie se dedicaba al nail art, y la oferta de manicure era más que nada la tradicional, por lo que los primeros años me llené de clientes a quienes les llamaba la atención lo novedoso del servicio.

Hace 3 años me instalé en esta oficina. Hasta hace algunos meses tuve incluso una asistente que se dedicaba a preparar las uñas para que pudiera atender a más personas, pero al crecer la competencia empezó a bajar la demanda. Hoy trabajo sola, pero como me demoro unas dos horas en cada persona sigo teniendo la agenda llena, solo que con menos gente.

Hacerse un nail art es como hacerse un tatuaje semipermanente. Muchas personas vienen a celebrar hitos, a hacerse dibujos especiales porque se van de vacaciones o están de cumpleaños. Hace poco vino una chica que iba a publicar un libro, y se escribió el título en las uñas con los colores de la portada.

Es cierto que las personas que hacemos las manos somos como terapeutas. No sé cómo lo logré, porque por lo general soy súper tímida, pero cuando estás dos horas en silencio con alguien el ambiente se vuelve incómodo, por lo que trato de hacerle hartas preguntas a las clientes. Así las mantengo entretenidas y con muchas hemos incluso formado una especie de amistad. A veces me llaman, no porque necesiten hacerse las manos, sino que porque necesitan terapia.

Siempre trato de hacer cosas nuevas. Por ejemplo, ahora las clientes que vienen pueden revisar un menú donde tengo fotos de los diseños que suelo hacer, aunque siempre se puede improvisar si ellas tienen algo en mente. Cuando hay tiempo hago talleres, hace poco hice uno enfocado en adolescentes que quisieran aprender el oficio. Además, estoy trabajando en un libro con tutoriales de nail art, donde voy a enseñar a hacer diseños de niveles básicos e intermedios.

Camila Grimaldi tiene 31 años, es diseñadora y dueña de Rock ur nails.

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